Con cuidado para que no se les caigan los alfileres, Mario y Manu se afianzan en la barandilla del balcón.
Uno con la caja de agujas y el otro atento al cronómetro.
Con el objetivo de sacar un excelente, pretenden demostrar empíricamente, que la solución del empollón de Luisito al problema que planteó el profe por la mañana, no es correcta.
A saber:
“Un cuerpo en caída libre desde cincuenta metros contiene mil alfileres.
Cada segundo pierde veinte alfileres, más uno por metro de distancia que le separa del suelo.
¿Cuántos alfileres le quedan una vez que llega a la cota cero?”.
No pudieron refutarlo. Manu saltó antes de tiempo.