Mi sexta esposa ya no me soporta.
Mis compañeros de trabajo (el cuarto en un año)
me dicen que me centre, que no acabo nada.
En el octavo gimnasio que frecuento este mes me quieren echar porque mareo a los clientes, dicen, migrando de aparatos cada tres minutos.
Me he cambiado de coche seis veces en los últimos dos años.
Este año me he mudado en tres ocasiones porque los vecinos me miraban mal. En la radio cambio de emisora buscando la canción que más me guste aunque la que suene ya me complazca. En casa el mando a distancia está desgastado y la tele ya hace barridos de canales de forma automática y compulsiva.
He sido cristiano, ateo, musulmán, budista, adventista y ahora agnóstico en el período que va desde hoy a las últimas vacaciones de una semana que disfruté en cinco sitios diferentes. Tengo un problema.
Eso me han dicho, vaya. Yo no lo creo.
Soy feliz, pero para darles gusto he ido al psicólogo.
El psicólogo me reflexiona que tal vez el problema esté en mi.
He cambiado de psicólogo.