viernes, 29 de noviembre de 2013

Aquel regalo...


Mi tío Carlos emigró a Australia cuando yo aún no había cumplido los diez.
 Desde entonces volvió a visitarnos sólo en una ocasión, poco tiempo después.

 El silencio de los años sin noticias logró que todos en la familia fueran olvidándole poco a poco.

Todos menos yo.

En aquella única visita me trajo de regalo un bumerang 
del que pronto me aburrí.

Ahora bien, cincuenta años después, aún no he logrado deshacerme de él.