martes, 26 de noviembre de 2013

aquel Tríptico


Lleva horas durmiendo en su cunita como un ángel, mientras crece la noche y las plañideras, frente a siete velas, lloran a tres reales la hora. 

La letanía de rezos y llantos inunda la sala que el difunto preside desde el centro, igual que en vida, con claro semblante tirano. 

La muerte no es una circunstancia definitiva sino para quienes esperan el cielo, dicen. Y ella, retirada en la penumbra, reza para que ese cielo sólo sea espacio lleno de estrellas.

   El llanto del bebé la interrumpe. 
Se acerca siseando mientras prepara el pecho. 
Sólo él tiene motivos para llorar.