Acostumbrados a vivir en un universo descrito por las leyes físicas deterministas y relativistas hasta hace poco, hoy nos resulta difícil abrirnos a la nueva visión del universo que nos da la física cuántica o física de partículas subatómicas, la cual nos dice que el universo no es tal universo sin el observador, y que es EL, el observador el que determina el universo tal como es, o mejor dicho tal y como él lo hace ser al observarlo,
Podríamos decir pues que el universo tal y como lo percibimos lo hemos configurado nosotros el observador.
El observador es el único capaz de hacer colapsar la función de onda de una partícula, determinando así su posición al observarla, de no ser observada dicha partícula se encuentra extendida en un amplio abanico de probabilidades denominado función de onda.
¿Quien es el observador? ¿Donde se encuentra el observador?
¿Cuándo nace el observador?
¿Podría ser la conciencia el observador, y en el momento que el ser humano se hace consciente comienza a configurar el universo y el mundo que le rodea?
El acto de observar modifica la perspectiva del observador.
El descubrimiento de América cambió la forma de ver nuestro planeta; saber que las galaxias eran otras islas de estrellas muy lejanas mudó nuestra percepción del universo; pero la exploración del mundo subatómico nos ha llevado muchísimo más lejos, a un lugar que nadie esperaba encontrar y cuestionar la esencia misma de la realidad.
¿Podemos concebir, el hecho de estar coexistiendo en universos paralelos?..……Según la física cuántica es posible.
Pero en este caso surgen las preguntas,
¿Por qué tan solo tengo conciencia de esta vida y no de las otras?
¿Por qué si en otra de las vidas soy más feliz, o más rico, o más sabio, me ha tocado ser consciente de esta vida y no de otras en las que estoy y soy mejor?
¡En realidad se puede estar ahí!
En el universo que se quiera estar, de ahí el dicho querer es poder, pues esos universos están tan entrelazados, tan conectados entre sí, por todas esas bifurcaciones del camino en las cuales se divide el universo, como en la paradoja del gato de Schrödinger donde el gato está vivo y muerto a la vez y quien es el que determina si está vivo o muerto, somos nosotros el observador, que coexistimos en todos esos universos, somos la conciencia del observador, esta conciencia cuántica la que decide estar en este o el otro universo, ella es la que daría los saltos cuánticos en los distintos universos, sin ser conscientes de ello, pues no somos capaces de percibir estas variaciones en nuestra “realidad”
Y la mayor parte de las veces determinamos al observar de una manera inconsciente, porque no somos conscientes de este proceso, nos equivocamos y en vez de acercarnos a un universo en el cual somos más felices, nos acercamos a ese universo en el cual no lo somos tanto.
Jamás hubiésemos pensado que al abrir la caja y encontrar el gato vivo, el universo se hubiese dividido en dos y existiese otro universo en el cual también estoy yo de una manera latente y potencial, abriendo la caja y encontrando el gato muerto. Si supiésemos lo importante que es la consciencia del observador a la hora de decidir, de determinar si queremos encontrar el gato vivo o muerto.
Es nuestro libre albedrio. Como para volverse loco.
Nosotros el observador, tenemos la capacidad de elegir ir acercándonos a ese universo, de ser conscientes de una vida más plena y más feliz, somos nosotros el observador, el único capaz de hacer colapsar la función de onda con nuestra conciencia, de ser en un universo u otro, de ser conscientes en este o de irnos acercando con nuestra manera de pensar, de sentir y de ser, hacia ese otro u otros universos en los que estoy y soy mejor a todos los niveles.
La “realidad” la creamos nosotros seres conscientes, es la consciencia la que configura la realidad, en qué lugar de la función de onda queremos determinar nuestra posición, ¿En que espacio, dimensión, o universo queremos existir de un modo puntual? desde la consciencia, curiosa herramienta la consciencia.
No olvidemos que igual que nuestra conciencia puede ir acercándonos en esos saltos cuánticos hacia un universo en que estoy y soy mejor también nos puede acercar a un universo en el cual estoy y soy peor, solo mi ser consciente con sus pensamientos sentimientos y emociones elige.
Asi pues cuidado con lo que pensamos y sentimos, .y cuidado tambien con nuestro inconsciente
Si bien es verdad que las probabilidades están y son todas superpuestas dentro de la función de onda en estado latente y potencial, cierto es también que es la conciencia, la que de entre todas ellas, va a determinar cuál atrae a su “realidad” para ser consciente en ella, de un modo puntual.
Los físicos han comprobado el proceso que convierte en realidad los estados probabilísticos del mundo subatómico: la fricción con el entorno es lo que elimina las ondas de probabilidad, pero la conciencia del observador forma parte del proceso cuántico.
La Mecánica Cuántica describe la realidad física a su nivel más fundamental como un conjunto de posibilidades y probabilidades, donde el observador juega un papel activo en el resultado final de cada medición que se realice.
La Física contemporánea a través de la Mecánica Cuántica ofrece una descripción de la realidad física muy diferente a la que estamos acostumbrados a percibir en la vida cotidiana a nivel macroscópico.
Según la Mecánica Cuántica, los conceptos de dualidad onda-partícula, la indeterminación entre la energía y el tiempo y el carácter no-local de la realidad que consiste en que los objetos físicos pueden interactuar e intercambiar información instantáneamente aunque estén separados a distancias prácticamente infinitas, son parte esencial de la naturaleza del mundo físico.
Dado que el observador final de la realidad física es la conciencia y dadas las pequeñas distancias donde ocurren los fenómenos físicos que soportan la existencia de la conciencia, resulta entonces plausible que exista una teoría de la conciencia donde se apliquen las mismas leyes de la Mecánica Cuántica que han tenido tanto éxito explicando la realidad física a nivel atómico y subatómico