sábado, 23 de noviembre de 2013

Un día como hoy...


Una lata de atún espera en la cocina, un celular en la mesa
 y una carta debajo de la puerta.

Nada como un día como el de hoy para tomarle el pelo; 
verás: atrasar el reloj, mandar mensajes con la lata de atún e intentar abrir el celular con el abrelatas, llevar el sobre a una casa a dos cuadras para que, quizás, al otro día lo devuelvan nuevamente bajo la puerta.

Llamar a mamá y decirle feliz cumpleaños sin que lo sea,
 abrir las ventanas de noche y cerrarlas de día. 

Contarle al vecino que hoy por ser domingo vas a tomarte el día,
 para que el tipo mire raro, quizás sonría, y te aclare “pero hoy es miércoles”.

Preguntar al verdulero qué hace atendiendo, que hoy es feriado, 
prestándolo a confusión por el feriado inexistente y someterlo a cuestionamientos de relojes atrasados o adelantados, y no coincidentes.

Una lata de atún espera en la cocina, un celular en la mesa
 y una carta debajo de la puerta.

Tristemente, el día va a jugar conmigo, y no viceversa.

 Por más que quiera evitarlo, él es el que me toma el pelo a mí,
 desactivando mi despertador, adelantando el reloj, cambiando de lugar la lata de atún por el celular en un segundo sin que me dé cuenta 
y observándome levantar del piso, en la puerta, 
un sobre con el nombre de mi vecino como destinatario.