Una de las escenas más típicas que se dan en Navidad, es la llegada de los Magos a Belén a adorar al Mesías recién nacido, ayudados por una estrella que les guía en su camino hacia el pesebre.
En lo que no se suele incidir, es en el carácter pagano de sus majestades y en su entrevista con Herodes.
Hoy repasaremos este episodio y sus lamentables consecuencias.
The Magi going to Bethelehem, Leonaert Bramer (c. 1640), 102,6 x 129,5cm. New York Historical Society |
Lo primero que nos llama la atención es comprobar cómo la única fuente que menciona la visita de los Magos al Niño, y los hechos que antes y después de esto acontecieron, es el evangelio de San Mateo (Mt. 2, 1-18).
L'apparizione della stella, Giovanni da Modena (c. 1412). Basilica di San Petronio, Bologna |
En él se dice que unos Magos (1) guiados por una estrella se presentaron ante el rey Herodes (2), a quien comunicaron que habían visto la estrella que avisaba del nacimiento del rey de los judíos, y que por tanto, deseaban saber dónde se había producido el alumbramiento.
Les Mages devant Hérode, Maître français inconnu (principios siglo XV), 40,5cm diámetro. Musée National du Moyen Âge, Paris |
Es lógica la sorpresa que debió causarle esto a Herodes, quien siendo rey de Judea, Galilea, Samaria e Idumea, no podía entender que alguien más que él pudiera llamarse rey de los judíos.
Por ello y de manera sibilina, el monarca se quiso enterar del lugar donde había nacido ese molesto niño para solucionar este problema cortando por lo sano. Para ello les pidió a los magos que una vez visto al niño, volvieran ante él para decirle dónde se encontraba y "poder así ir él también a adorarle".
The Magi in the house of Herod, James Tissot (c. 1886-94), 13,7 x 16,2cm. Brooklyn Museum |
Desconociendo las verdaderas intenciones de Herodes, los Magos partieron hacia Belén siguiendo la estrella que les guiaba, la cual se paró en el pesebre donde estaba el Mesías recién nacido con sus padres.
Llenos de regocijo, los Magos ofrecieron a Cristo unos dones que sacaron de sus alforjas: oro, incienso y mirra.
Adoración de los Reyes Magos, Rubens (1609/1628-29), 355,5 x 493cm. Museo Nacional del Prado, Madrid |
En relación al seguimiento de la estrella por parte de los Magos, en Biblia de la Biblioteca de Autores Cristianos que estamos siguiendo (XIII edición, 1958), se dice lo siguiente en una nota al pie: "Por el trato con los judíos, que habían difundido por todo el Oriente sus esperanzas mesiánicas, tenían conocimiento del esperado Mesías, Rey de los judíos, el cual, como todos los grandes personajes, debía tener una estrella que vaticinase su destino.
De este prejuicio se sirvió Dios para conducirlos a la cuna del Salvador.
La naturaleza de esta estrella es muy misteriosa; no tanto la estrella interior con que el Espíritu Santo iluminaba el alma de los magos y los guiaba hacia el establo de Belén. Dios quiso servirse de su ciencia supersticiosa para conducirlos a la cuna de Jesús, de donde saldrían transformados y convertidos en pregoneros del recién nacido Mesías". (3)
Le sommeil de les Mages, Gislebertus (c.1120-30). Cathedrale de Saint-Lazare, Autun |
Una vez cumplida con su misión de visitar al rey de los judíos y con intención de hablar con Herodes antes de volver definitivamente a Oriente, los Magos tuvieron un sueño en el que un ángel se les apareció y les advirtió que no avisasen a Herodes, por el peligro que corría el Niño.
De este modo, los Magos tomaron un rumbo diferente para volver a su casa y Herodes nunca más volvió a saber de ellos.
Pasado un tiempo, Herodes se sintió burlado por los Magos, por lo que decidió mandar ejecutar a todos los niños menores de dos años que hubiera en sus territorios para así asegurarse de que acabaría con el que los Magos habían llamado el rey de los judíos.
Por suerte, el arcángel Gabriel avisó a tiempo a José para que se llevase a su esposa y a su hijo a Egipto hasta que muriera el rey, lo cual este hizo sin dilación.
El sueño de San José, Vicente López (1805), 187 x 118cm. Museo Nacional del Prado, Madrid |
Ripposo durante la fuga in Egitto, Caravaggio (1596-97), 133,5 x 166,5cm. Galleria Doria Pamphili, Roma |
Strage degli innocenti, Guido Reni (1611), 268 x 170cm. Pinacoteca Nazionale di Bologna |
Sobre las almas de los inocentes suponemos que fueron al Limbo, como las de todos los justos que fallecieron antes de la llegada de Cristo, siendo recuperadas por este tras su bajada al Limbo en un episodio posterior a su resurrección.
Desde el punto de vista iconográfico, cabe destacar que salvo la Epifanía, la Huída a Egipto y laMatanza de los inocentes, que son temas muy recurrentes y se han representado con mucha profusión desde la Edad Media, los asuntos propios de los Magos, y más especialmente de su encuentro con Herodes el Grande, han sido representados en muy contadas ocasiones y sin continuidad en la Edad Moderna. Es especialmente curioso al respecto el episodio del Sueño de los Magos, cuyo ejemplo más conocido es el que hemos traído aquí, y que raramente sale representado cuando se alude a estas iconografías.
Fuera de eso, es muy interesante la lectura que hace Tissot de esta reunión de Herodes con los Magos por su carácter fuertemente arabizante, así como la de Bramer al comienzo de la entrada, que posiblemente sea la que mejor refleje la idea algo inconsistente de que la estrella que guiaba a los Magos no era otra cosa que el Espíritu Santo.
Finalmente y como reflexión personal, sorprende lo poco que se incide en un hecho tan dramático como el infanticidio que ordenó ejecutar Herodes, en relación a la poca vista que con este tuvieron los Magos; más si tenemos en cuenta que a ellos se les advertían facultades no sólo astronómicas, sino astrológicas y adivinatorias.
Notas:
(1) En ningún momento se dice que sean tres magos, ni sus nombres, ni su condición regia, ni se aportan datos sobre sus respectivas edades, ni su procedencia más allá que venían "del Oriente". Toda esta información proviene de los Evangelios Apócrifos de los Reyes Magos.
(2) Por paradójico que parezca, a este Herodes siempre se le ha identificado con el personaje histórico Herodes I, el Grande (74/73-4 a.C.), rey de Judea, Galilea, Samaria e Idumea (siempre dependiente de Roma), que falleció cuatro años antes de que naciera Cristo, por lo que poco pintaría en esta historia. Conviene no confundir con su hijo, Herodes Antipas (20 a.C.-39 d.C.), que fue quien mandó ejecutar según las Sagradas Escrituras a San Juan Bautista.
(3) Nota al pie de la Biblia de la B.A.C., edición XIII, 1958, pp. 996-997.