Para los romanos había dos comportamientos posibles en las relaciones sexuales. Uno era el pasivo, propio de mujeres, esclavas y esclavos.
El otro era el activo, reservado a los hombres, quienes sometiendo a los primeros dejaban patente su superioridad, su posición de dominio.
Pero las tríbades (nombre con el que se designaban a las mujeres homosexuales) desafiaban este orden, pasando a asumir un papel activo.
Y no sólo eso, sino que además lo asumían con otras mujeres, en lugar de con hombres. ¡Qué atrevimiento, qué aberración!
Desde el punto de vista del hombre romano esto era inadmisible, era incluso peligroso, porque era algo que él no controlaba, algo que de hecho no tenía nada que ver con él.
Pero el androcentrismo de los romanos iba aún más allá.
No solamente pensaban que en el sexo el hombre debía desempeñar el papel más importante, sino que además asociaban el placer sexual exclusivamente al falo.
Por eso para ellos lo que hacían las tríbades no pasaba de ser una mala imitación de lo que ellos eran capaces de hacer.
Así, casi todas las descricipnes (por otra parte, bastante imprecisas) que nos han dejado sobre las prácticas homosexuales de las muejres hablan de la utilización de penes artificiales.
Además suelen referirse a estas mujeres como si en general todo su comportamiento tendiese a ser viril. como si en todo quisiesen emular a los hombres. Pongamos por ejemplo la descripción que hace Marcial de una tal Filenis, quien, además de ser una tribas, "se entrena como un atleta y bebe vino en la cena hasta vomintar".
También Juvenal describe a mujeres que intentan comportarse como hombres en distintos aspectos, incluidas las relaciones sexuales.
En uno de los casos a los que se refiere, las dos mujeres implicadas realizan sus "indecorosas" actividades precisamente sobre el altar de la Pudicitia.
De esta forma, queda patente hasta dónde llega la amoralidad de estas mujeres.
Cierto es que tanto Juvenal como Marcial fueron dos autores especialmente críticos y duros con las mujeres en general, no sólo con las homosexuales, de forma que sus opiniones son menos objetivas si cabe, que las de otros, pero la falta de textos y de documentación acerca de las prácticas lésbicas de la sociedad romana hacen que nos quedemos con cierto sabor amargo al ver el sufrimiento y exclusión de unas personas que sólo querían estar juntas, sin importar nada más.
BIBLIOGRAFÍA:
FUENTE, P., Las mujeres en el mundo antiguo, 1986.
MARTOS MONTIEL, J.F., Desde Lesbos con amor: homosexualidad femenina en la Antigüedad. Madrid, 1996.
POMEROY, S.B., Diosas, rameras, esposas y esclavas. Mujeres en la antigüedad clásica, Madrid, 1987.