viernes, 3 de enero de 2014

Aquel instante...


Sorber un vino rojo y mantenerlo entre los labios y dejar que recorra la lengua, 
y dejar que bese el cielo de la boca, es igual que una leve caricia entre dos amantes; un chispeante recorrido entre la lluvia en otoño; 
es admitir esa sensación de placer, que, aunque efímero, 
deja un instante explosivo, diría yo: 

Un explosivo sueño de amor.