Cada mañana apenas nos fijamos en esa estrella que calienta y proporciona luz a todos los seres vivos.
No somos conscientes de su importancia.
Nuestra existencia depende por completo de que el Sol siga brillando como hasta ahora, de la misma manera que otras cosas que suceden en este misterioso universo.
Reflexionemos sobre las siguientes palabras de Carl Sagan:
La Tierra es un lugar más bello para nuestros ojos que cualquiera que conozcamos. Pero esa belleza ha sido esculpida por el cambio: el cambio suave, casi imperceptible, y el cambio repentino y violento.
En el Cosmos no hay lugar que esté a salvo del cambio.
Este gran astrónomo nos habla de un universo en constante evolución, caos y orden se van alternando en una titánica lucha, es la historia que nos ha llevado a ser como somos.
Es la historia también del equilibrio – o más bien de toda una cadena de complicados equilibrios – que ha hecho posible la vida en nuestro planeta.
Las distancias y las posiciones son fundamentales.
A veces conviene estar lejos. Nuestro sistema solar se halla en una de las espirales más externas de la Vía Láctea, es decir, en las afueras.
Y resulta que en el centro de nuestra galaxia existe un agujero negro supermasivo.
Es pues motivo de alegría saber que estamos fuera del alcance de esta bestia cósmica que absorbe todo lo que encuentra a su alrededor
. Otras veces es recomendable no estar ni cerca ni lejos.
La Tierra se halla en la denominada zona de habitabilidad, es decir, a la distancia idónea de nuestra estrella.
Un hecho sin duda importante para nuestra supervivencia, ya que impide que nos abrasemos o nos congelemos.
También puede ser beneficioso estar cerca. Es el caso de la Luna.
Su efecto sobre la rotación de nuestro planeta provoca
el clima adecuado para la vida.
En definitiva, cada amanecer que podemos ver es realmente un prodigio