Cuando la radio todavía era el principal medio de comunicación, un joven locutor causó auténtico pánico entre los oyentes de Estados Unidos, relatando la invasión de unos temibles extraterrestres.
Se llamaba Orson Welles. Por supuesto no se trataba de una noticia real, sino de una adaptación dramatizada de La guerra de los mundos.
Una de las frases con que arranca esta extraordinaria novela del escritor H.G. Wells es francamente inquietante:
Pero atravesando el abismo del espacio, mentes que son respecto a nuestras mentes como las nuestras respecto a las de las bestias perecederas, intelectos vastos, fríos e implacables, contemplaban este planeta con ojos envidiosos, y tramaban lenta y decididamente sus planes contra nosotros.
Y es que la ciencia ficción siempre se ha inclinado más hacia el lado oscuro de los visitantes de las estrellas.
Pensemos en clásicos del cine como La invasión de los ultracuerpos o en series televisivas que marcaron a toda una generación como V Invasión extraterrestre.
Sin duda somos muchos quienes hemos imaginado cómo sería ese primer contacto.
Pero no todas las historias son tan pesimistas.
La película Encuentros en la tercera fase – dirigida por el genial Steven Spielberg – nos presenta a unos extraterrestres más benévolos, con voluntad de comunicarse y de establecer vínculos de amistad.
Perspectiva que por cierto comparten muchos de los científicos que se han dedicado a este asunto.
Quiero creer que si una remota civilización ha sido capaz de evitar su propia autodestrucción y de desarrollar tecnología para viajar entre las estrellas, sus intenciones hacia nosotros no tienen por qué ser hostiles, todo lo contrario, quizás también se sienten solos en la inmensidad de este universo.