
En cierto modo,
todos somos Romeo
(sin escaleras).
Capuleto de indómito deseo,
anota en su libreta,
la calle del balcón donde Julieta
exhibe un corazón de jubileo;
ser acaso Romeo
(el hombre más osado del planeta),
lo envuelve en la secreta
piadosa santidad de un dios ateo.
-No podrá con mi fe de amante probo,
ni vértigo ni altura
ni cárcel de cristal sobre la roca;
me muevo en la penumbra, soy un lobo
de roja dentadura,
al acecho constante de tu boca-
Del libro de poemas Oceanario.