
Piantó del bulo gris y el malevaje
con las pilchas mistongas que tenía,
cansada de tomar la sopa fría
y exhibir el dolor como un tatuaje;
apenas las chirolas para el viaje,
la foto del casorio de aquel día
y un impulso campal de valentía,
mitad resignación, mitad coraje.
Marchita del gotán del abandono,
sin lágrima ni encono
dejó un temblor de adiós sobre la cama;
una cosa es ser buena y otro tanto,
paloma del espanto,
trepar sin ilusión la misma rama.
Del libro de poemas De diluvios y andenes.