martes, 17 de junio de 2014

Delirios...


La amante de van Gogh, naifa papusa,
le pide que la pinte sin la ropa,
y el quía, que la sueña hasta en la sopa,
le quita las enaguas y la trusa;
todo gesto banal sirve de excusa
y a lomo de pinceles la galopa,
la nami, complaciente, que no es opa,
cotiza sus encantos de ser musa.

Acaso el holandés, que está tan solo,
conoce de memoria el protocolo
que oculta por debajo de la falda,
y loco de remate por la mina,
con óleos de alcanfor y tinta china
le pinta girasoles en la espalda. 

Del libro Oceanario.