martes, 17 de junio de 2014

Fantasmas ...


“...No dejo de leer las líneas del respaldo”.

Como una partitura virgen en la que estuvieran por escribirse las notas.

Un lenguaje que no sé si sabría retomar, una vez extraviados los sostenidos y privado ya de las figuras y de las claves que han compuesto todos estos años de mi vida avanzada.

Y ahí, sobre él, sobre el pentagrama de madera, la espalda se dejó trazar largas silencios.

Me sorprendo de la simplicidad de la silla, a la que tenía olvidada.

Ahora miro su proyección en la pared y de pronto siento cómo me llega un aroma.

Es incisivo, frutal, salino.

La habitación no guarda más que olor a ranciedad.

El aire frío que penetra al abrir la ventana orea el interior, sin desalojar del todo aquel sentir de abandono y clausura.

Pero el perfume procede de una lejana fidelidad alojada en mí.

Una agitación de deseos recónditos que imaginaba perdidos, un desbocamiento de recuerdos que bullen al son de la observación.

El olor se hace cada vez más próximo.

Intuyo que detrás de aquella fragancia se aceleran imágenes desordenadas.

Que el afinamiento de un sentido va a dar escape a antiguos fantasmas.

Acaso dulcísimos, y así mismo tal vez extraños o incomprendidos...