martes, 12 de agosto de 2014

Asterix ... Perdidos en Buenos Aires.


Cuando uno está agotado, ya sea física o emocionalmente, encuentra muy poco atractivo en los juegos de palabras.

Tú me dirás, con razón, que cuando uno está agotado encuentra muy poco atractivo en cualquier actividad que no sea dormir.

Sólo un sobrante de energía nos permite interesarnos por cosas inútiles para la supervivencia.

El asunto es que ayer me acosté un poco más idiotizado que de costumbre, sin mucho sueño, y mi mente se dejó llevar por la marea de pensamientos de tal manera que al poco tiempo de estar en posición horizontal empecé a pensar en la palabra asterisco.

Debo confesar que no es la primera vez que una palabra me hace dar vueltas en la cama.

Son tantas las palabras que alguna vez me han hechizado con su sonido que ordenarlas en una lista sería tan tedioso para mi como para quienes lean estas líneas y no resuenen con su efecto mántrico.

A pesar de no ser una novedad para quienes se hayan aventurado ya a la repetición incesante de mantras, cabe destacar que en cuanto uno empieza a concentrarse en algo, al ratito se distrae y se siente atraido por cualquier otra cosa

A veces por algo parecido, a veces por algo diferente. Lo que quiero destacar -y por favor no vayas a pensar que estás a punto de leer una frase capaz de hacerte alcanzar la iluminación así nomás- es que antes de que cantara el gallo ya había disfrutado de la sonoridad de asteroide, Asterix y Fred Astaire.

Ahora que lo escribo, me acuerdo de Ástor Piazzolla.

Astarita, astilla, asta.

En un momento dado, no pude engañarme más y empecé a pensar en ti, en mi, en nosotros.

En el paso del tiempo, la infancia, la adolescencia, la adultez.

¿Habrá tenido todo esto relación con que ayer vi la remake de la serie Cosmos, aquella que conducía Carl Sagan?

Bueno... como dijera José Velez... qué más da... me voy a dormir, ché... intentaré pensar en nada... como dijera León Gieco...

Y deberás amar si quieres ver la flor nacer... como dijera Luis Alberto...