La noche fría y brumosa desdibujaba los contornos del muelle y le confería a la escena un halo de nostalgia que se perdía detrás de las sombras y del salitre.
A lo lejos, el faro trataba de horadar las tinieblas con su haz de ilusiones vanas, mientras la sirena de un barco pesquero se lamentaba a la distancia.
El viejo era parte del paisaje. Sentado sobre el noray desnudo de sueños, él mismo se amarró a los suyos, no fuera cosa de que el mar le arrancara los últimos, desvaídos recuerdos que albergaba en algún recoveco de su pasado.
Con manos temblorosas encendió su vieja pipa, y junto con el humo, se remontó hacia el cenit de su memoria que había resbalado sin remedio por el varadero del ancla.
A lo lejos, el faro trataba de horadar las tinieblas con su haz de ilusiones vanas, mientras la sirena de un barco pesquero se lamentaba a la distancia.
El viejo era parte del paisaje. Sentado sobre el noray desnudo de sueños, él mismo se amarró a los suyos, no fuera cosa de que el mar le arrancara los últimos, desvaídos recuerdos que albergaba en algún recoveco de su pasado.
Con manos temblorosas encendió su vieja pipa, y junto con el humo, se remontó hacia el cenit de su memoria que había resbalado sin remedio por el varadero del ancla.
lanavedelg