domingo, 17 de agosto de 2014

Lágrima... Perdido en Buenos Aires.


Las lágrimas refrescan el ojo y el alma. 
Son siempre un alivio, como decir "bueno, che, yo pude hasta acá. 
Ahora voy a llorar".

En este caso, no son ni mi guitarra ni el cielo quienes van a llorar: 
son mis ojos. 

Los tuyos.

Los ojos de todos los ojos.

Ojo que esto puede ser muy groso...

Ojota, loco. 
Ojito...

He ahí una lágrima. 
Ha surgido de la nada. 
Y ahora surca mi párpado y se dirige al lagrimal y cae. 

Otra cayó por el medio del ojo, rebalsó.

Cuando caen por todos lados, como un torrente,
 hablamos de la famosa "emoción desbordante".

El llanto es una de las manifestaciones humanas más misteriosas.
 Es como la contracara de la risa.

Es como una gacela, disfrazada de ping pong, andando por el Centro,
 tomando jugo de naranja.

Lo que siempre recomiendo, es alternar el llanto con otras prácticas, sino, como ocurre en tantas otras áreas del acontecer humano, puede cansar un poco.