lunes, 6 de octubre de 2014

LLUVIA DE MICROONDAS

DrMWL

En el post anterior nos quedamos en los hornos microondas y en sus no-efectos en la salud, pero después de estos: ¿qué hay de los teléfonos móviles?
 Ésta es una tecnología mucho más nueva y que además irradia directamente a las personas.
El estudio de los efectos de los teléfonos móviles sobre la salud se ha centrado principalmente en la carcinogénesis, es decir, en la capacidad de estos en provocar la aparición de gliomas, meningiomas y neurinomas acústicos (diferentes tipos de cáncer cerebral, la zona más expuesta a la radiación de microondas debida a la telefonía móvil). 
Se dejan de lado los efectos de los campos electromagnéticos sobre otro tipo de trastornos cognitivos, nerviosos, conciliación del sueño… ya que, hasta la fecha, los estudios no han revelado ningún tipo de reacción real a nivel nervioso debida al campo electromagnético.
Para empezar a hablar de los efectos carcinogénicos es necesario empezar quizá por una pequeña explicación del funcionamiento de la red de telefonía móvil. La clave para esta red es tener un grupo de antenas que emiten radiación de microondas distribuidas en la región que se quiere cubrir, de forma que dentro de esta zona el móvil tenga conexión (cobertura). Lo curioso de esta estructura es que al contrario de lo que cree mucha gente, cuantas más antenas se introducen en la zona, menos potencia tienen que tener éstas y por lo tanto menos “puntos calientes” aparecen en la red, eliminando gran cantidad de contaminación electromagnética. Más antenas, menos radiación.
Además la antena grandota del tejado nos irradia mucho menos en promedio que la minúscula antenita de nuestro teléfono móvil. Esto es debido básicamente a que la distancia a la que se encuentra nuestro móvil es muchísimo menor que la distancia a la que se encuentra la antenota.
La idea (en términos de radioprotección no ionizante) al instalar una estación base (o antenota gorda), es muy similar a la que usamos los físicos médicos en una instalación radioactiva de radiaciones ionizantes.
 Tanto en un caso como en el otro se establecen unos límites máximos de exposición para el público y para el personal expuesto (trabajadores de la instalación). 
El del público en el caso de las radiaciones ionizantes es 20 veces inferior al del personal expuesto (en un promedio de 5 años y 50 veces inferior si es en un año) y en el caso de las microondas 5 veces inferior según las recomendaciones internacionales de los organismos ICNIRP, CENELEC, ANSI/IEEE, FCC, NRPB, Royal Society of Canadá y ACA. Para las radiaciones ionizantes los límites vienen marcados por el Real Decreto 783/2001 mientras que en las no ionizantes (microondas) por el Real Decreto 1066/2001.
Una vez fijados estos límites alrededor de la fuente emisora se establecen zonas de seguridad fuera de las cuales jamás de los jamases se podrá recibir, mientras no cambien las leyes de la física que gobierna el universo o algo en la antena funcione muy muy mal, una dosis mayor de la expuesta en esos límites. 
Lo que ocurre finalmente, teniendo en cuenta que las antenas instaladas tienen que ajustarse a la ley, es que la principal fuente de radiación de microondas que recibimos proviene de nuestros móviles y no de las antenas situadas en la cima de los tejados.
Un dato interesante es que en los mismos límites de exposición el cuerpo humano absorbe más eficazmente la energía de las ondas de radio (alrededor de 100 MHz) y de televisión (entre 300 y 400 MHz) que la de telefonía móvil (900 MHz y 1800 MHz para la clásica, 2100 MHz para el 3G y 2600 MHz para el 4G). Dado que la televisión y la radio llevan utilizándose más de 50 años sin mayores consecuencias para la salud pública que la telebasura, es de esperar que la telefonía móvil tampoco ocasione más daños que el aislamiento social que produce el WhatsApp.
En los mismos términos que para las antenas, podemos hablar respecto a otros emisores de microondas de alrededor de los 2,4 GHz como son el blue-tooth o las redes wifi. Este tipo de redes inalámbricas emiten radiación a potencias muy inferiores a la de la antena GSM/3G/4G del móvil y por lo tanto se podrán despreciar sus efectos respecto a la más importante.
MWGaiztuak
De acuerdo, y ¿qué sabemos realmente de la inocuidad de esta radiación no ionizante? ¿Mi móvil me podría causar un cáncer de aquí a 30 años? Pues lo cierto de esta pregunta es que a día de hoy (septiembre del 2014) no se sabe, aunque existen evidencias de que no es completamente descartable. Los cánceres cerebrales tienen un tiempo de latencia ( el tiempo entre que aparece el daño celular que origina el cáncer y el tiempo en el que el cáncer aparece en forma de masa perceptible) de entre 15 y 45 años dependiendo de la edad, del tipo de cáncer y de la intensidad de la exposición y no existen estudios que abarquen ese tiempo que contrasten de forma totalmente concluyente usuarios de móvil con cáncer frente a no usuarios de móvil sin cáncer. Tengamos en cuenta que, en caso de existir el efecto es muy poco probable, razón primera por la que no se ha podido detectar, pero que a pesar de ello al abarcar a tantísima cantidad de población podría causar daño a miles de personas.
¿Qué quieren decir estudios concluyentes? No me malinterpretéis, existen estudios muy serios al respecto impulsados por agencias muy importantes como el estudio INTERPHONE de la IARC (International Agency for Research on Cancer) o los trabajos del grupo Hardell de Suecia. 
Por estos resultados la IARC ha establecido, en una fecha tan cercana como el 2011, a las microondas en el grupo de los carcinogénicos de tipo 2B (entre los que se encuentra el café), es decir, “posiblemente carcinogénicos en humanos pero sin evidencias concluyentes al respecto”. 
En estos estudios se utiliza un factor, el OR (Odds Ratio), que divide el número de casos de cáncer entre personas expuestas y personas no expuestas.
 Esto quiere decir que cuando el estudio nos dé un OR >1 nos estará diciendo que se encuentran evidencias de que la exposición a las microondas causa cáncer, si es OR = 1 nada y si es OR < 1 que … ¡protegen contra la aparición del cáncer!
¿Cuáles son las conclusiones de estos estudios? El grupo Hardell en sus estudios realizados entre 1999 y 2011 encontró OR medios de 2.9 para  la aparición de gliomas,  1.6 para meningiomas y 3.0 para neuromas acústicos para sujetos expuestos a móviles por más de 10 años. 
 El estudio INTERPHONE, que se realizó en 13 países diferentes impulsado por la IARC, agencia independiente de la OMS (Organización Mundial de la Salud), se inició en el 2000 y se concluyó en el 2010. Entre los resultados que se han podido extraer es notable el de un OR de 3.74 para la aparición de neurinomas del acústico en las personas expuestas por más de 10 años para usuarios de móvil con más de 1640 horas de uso del móvil.
 Para que nos hagamos una idea del uso de móvil que representan estas 1640 horas, las compañías de telefonía muchas veces ofrecen contratos de “llamadas ilimitadas” que contienen realmente 1000 min/mes. 
Esto son 16 horas al mes, unas 200 horas al año, muy por debajo de las 1640 del estudio. Todo esto tiene su otro lado de la moneda.
 Es curioso notar también que los estudios de INTERPHONE para el glioma y el meningioma no han mostrado un OR > 1 y también que el resultado obtenido para el neurinoma acústico es criticado porque podría deberse a una desviación estadística ya que para niveles inferiores de exposición en horas no existe una tendencia al alza con el número de horas. 
Una crítica que existe sobre estos trabajos es que contienen muchos datos obtenidos mediante encuestas a terceros,  ya que en muchos casos el cáncer ha causado la mortalidad del encuestado. Y en general, el uso de encuestas en estos estudios, aunque no sean a terceros, añade un sesgo estadístico significativo. 
Otras críticas son relativas a cómo se escogen los grupos o si se han tenido en cuenta determinadas asociaciones como por ejemplo el hecho de que los más habladores por móvil puedan ser también los más fumadores, etc.
Otros informes como el del SCENIHR (Scientific Committe of Emerging and Newly Health Risks) de la Comisión Europea del 2009 basado en resultados parciales del estudio INTERPHONE no concluye nada y dice que hay que seguir investigando.
La mejor forma de hacernos una idea del riesgo que supone en estos momentos el uso del móvil es su clasificación como carcinogénico 2B. 
¿Qué significa esta clasificación? 
La IARC creó esta clasificación de agentes que podían ser cancerígenos y generó cinco grupos. En el grupo 1 encontramos los agentes que son “establecidos” como cancerígenos en humanos. Algunos de éstos  son el tabaco, el humo de las máquinas diesel, la radiación ionizante o el amianto. 
Si pertenecen a este grupo es que existen suficientes evidencias de que producen cáncer en humanos. En el segundo grupo, el grupo 2A, encontramos los probablemente carcinogénicos, para los cuales existe una evidencia limitada en humanos pero una evidencia clara en animales.
 Algunos de estos agentes son exposición ocupacional al tinte de peluquería, trabajo por turnos que impliquen trastornos circadianos (interrupción de la normalidad de los patrones del sueño), etc. En tercer lugar está el grupo 2B, en el que se encuentra la telefonía móvil y exposición a microondas en general. Es interesante notar que en este grupo nos encontramos también con el café, como ya hemos avanzado más arriba, los polvos de talco y otros 246 agentes. En este grupo se incluyen aquellos que presentan una evidencia limitada en humanos y ninguna evidencia en animales.
 Por último estarían los grupos 3 y 4 para los que no existen evidencias.
Muchos consideran que esta clasificación es excesiva dado que el grupo Hardell realmente es un resultado puntual de la gran cantidad de estudios que existen. En su revisión de estudios Ahlbom, A. et al. en Epidemiolgy (vol. 20. 2009) indica cómo muchos otros estudios, 13 en concreto, aseguran que el OR no es significativamente mayor que 1 y que la media de estos es muy cercana a OR = 1, siendo el del grupo Hardell el único con  OR > 1.
 En concreto  para el glioma tenemos estudios de Muscat del 2000, de Inskip del 2001, de Christensen del 2005, de Lonn del 2005, de Schuz del 2006, de Hepworth del 2006, etc.  que muestran resultados para exposiciones cortas, los dos primeros de OR = 0.9 y para exposiciones largas los últimos de OR = 0.7, 0.9, 2.2, 0.9, etc.
Entonces, ¿en qué quedamos?, ¿móvil sí o móvil no? La política actual al respecto es el principio de precaución y lo más lógico es acogerse a éste mientras no se sepa algo más concluyente. Tanto las normas internacionales como la legislación vigente aplican límites de exposición muy por debajo de aquellos en los que se sospecha que puede haber algún riesgo. 
En ese mismo sentido de precaución se aconsejan para aquellos que usen demasiado el móvil el uso de auriculares o manos libres. 
Ambas formas de comunicación alejan el terminal móvil de la cabeza y con este acto tan sencillo disminuimos enormemente la cantidad de radiación que se recibe. 
Esto se aconseja sobre todo en menores, para los que sería mayor la probabilidad de aparición de efectos perjudiciales (en caso de existir) al ser más larga su esperanza de vida y por tanto el tiempo para que los que han de aparecer aparezcan.
http://desayunoconfotones.org/