viernes, 21 de noviembre de 2014

El Sol de Cristal – Tecnología óptica en el Antiguo Egipto


En Egipto los distintos calendarios se mantenían vigentes todos a la vez, y se hicieron juramentos para que nunca dejara de conocerse el año de 360 días, con el que estaban íntimamente relacionados muchos ritos religiosos. 
La verdad es que los egipcios no llegaron a conocer estos diferentes años de forma paulatina o sucesiva, abandonando unos por otros cuando mejoraban sus cálculos. Los conocían y celebraban todos simultáneamente. 
El hecho de que el año corto de 360 días produjera cinco días festivos que se iban acumulando hasta formar un año completo en el corto espacio de sólo 
72 años, era celebrado como los 72 años de circunnavegación de los cielos del dios del sol Ra, a quien correspondían 72 nombres en el Libro de los Muertos. Aparecen aquí numerosos símbolos y cálculos, de forma que ofrecer muchos de ellos podría inducir a confusión. 
Pero todo esto incide sobre el tema de la antigua óptica egipcia, porque muchos «Ojos» sagrados de la mitología egipcia aparecen en varios contextos que sólo pueden interpretarse según este esquema; de otra forma, no tienen sentido en absoluto. 

¿Por qué hay tantos «Ojos de Horus», «de Ra», «de Osiris», «de Isis y Neftis» etc.? 

Estos ojos están todos relacionados con la óptica, sobre todo con las imágenes solares que aparecen en los distintos calendarios. 

Por ejemplo, cuando el sol se alzaba en un equinoccio o en uno de los solsticios, su luz brillaba descendiendo por el largo corredor de un templo egipcio orientado hacia uno de estos tres puntos del horizonte (el solsticio de invierno y el verano son, respectivamente, los puntos más meridionales y septentrionales del sol saliente, y los equinoccios son el punto medio). 

Los pasillos eran tan largos que no se proyectaba una imagen de la entrada, sino que el disco solar aparecía como un círculo luminoso en la pared o pantalla pétrea del santuario interior. 

El círculo de luz sería visible durante unos dos minutos antes de seguir su recorrido. En estos preciosos dos minutos, estaría presente un Alto Sacerdote o, en ocasiones especiales, el mismo Faraón para “estar solo en la presencia de la manifestación de su padre Ra” como recogen algunas inscripciones. Los obeliscos egipcios también estaban asociados a estos juegos de luz. 

Tenían la cima bañada de oro o electro (aleación de oro y plata), y el sol al alzarse brillaba sobre ella antes de que la luz alcanzase la superficie del suelo, donde estaba la gente esperando. La forma de asegurarse de que uno no parpadearía y se perdiera el momento exacto del amanecer, consistía en dar la espalda al sol que se alzaba y observar la punta del obelisco cercano. Conocemos esta función de los obeliscos gracias a los antiguos textos egipcios. Hace poco tiempo que los franceses han dorado la punta de su antiguo obelisco egipcio de la plaza de concordia de París para conseguir un efecto similar, posiblemente bajo influencia masónica. 

Esta función de los obeliscos sería especialmente importante en Heliópolis, la Ciudad del Sol, en el lado Este del Nilo, al Norte de El Cairo. Y esto nos lleva a considerar otro hecho extraño del antiguo Egipto: tradicionalmente, los obeliscos se hallaban situados al Este del Nilo, y las pirámides al Oeste. 

¿Por qué? Y si el reflejo del sol sobre las puntas de los obeliscos era tan útil ¿por qué éstos se hallaban en el lado Este del Nilo y no por todo Egipto? Para empezar, un reflejo solar sobre un obelisco sólo resultaba útil al amanecer, no al atardecer, por razones obvias.

 El Este se relacionaba con el amanecer y el nacimiento, mientras el Oeste se consideraba relacionado con el crepúsculo y la muerte; por ello, la gran necrópolis de Gizeh se hallaba al Oeste del Nilo.

 Pero ¿qué lugar ocupaban las pirámides en esta religión de luz? Si el Este contaba con sus obeliscos resplandecientes ¿qué era lo que tenía el Oeste? 

El dominio de la Luz Sin duda, hemos de investigar un poco más. Durante un viaje a Egipto en 1998 pude descubrir un gran “truco luminoso” en la Meseta de Gizeh, producido por la sombra que arroja la Pirámide de Kefrén sobre la cara meridional de la Gran Pirámide al atardecer, que alcanza su máximo en el solsticio de invierno. Imagen satelital de las pirámides de Gizeh. Originalmente, la ciudad de Menfis, cerca de las pirámides, era conocida por algo llamado “muro Blanco”. ¿Qué era? Miremos detenidamente la Gran Pirámide durante un momento. ¿Era importante el hecho de que entre el equinoccio de otoño y el de primavera, el sol saliente y poniente iluminara la cara meridional, pero no la cara septentrional, mientras que entre el equinoccio de primavera y el de otoño, el sol del amanecer y del crepúsculo iluminara la cara septentrional, pero no la meridional? ¿Fue ésta la razón por la que se puso tanto cuidado en recubrir las tres grandes pirámides de Gizeh con piedras blancas? ¿Qué fenómenos ópticos reales habría manifestado la Gran Pirámide en el momento de su construcción? ¿No habría sido tan brillante al sol que durante el día nadie podría mirarla? 
¿Con qué propósito se habría hecho esto? Además ¿qué ocurría con su cúspide? 
¿Y qué “motivos” dibujaban las sombras de la Gran Pirámide, en relación con las otras pirámides y con la Esfinge? Mi descubrimiento de la sombra del solsticio invernal sólo puede ser una parte de la historia.

 Tenemos que reconstruir el esquema completo de la antigua teología de la luz egipcia, y descodificar su múltiple simbolismo de la luz, que después se introdujo en sectas esotéricas como el Orfismo y el Gnosticismo. 

Triángulo de Oro En noviembre de 1998 conseguí descubrir un importantísimo fenómeno producido por una sombra, relacionado con las pirámides. 

Esta sombra resulta invisible durante la otra mitad del año, pero durante los seis meses en que la cara sur de la Gran Pirámide está iluminada, la sombra va trepando por esta construcción hasta el solsticio, y después vuelve a descender. En su culminación, la sombra de la Pirámide de Kefrén descansa sobre la cara sur de la Gran Pirámide, transformando el triángulo que forma esa cara en un triángulo muy diferente, ya que tapa la esquina Sureste de dicha cara meridional. Esta espectacular sombra debía ser sin duda aún más impactante cuando la pirámide todavía estaba cubierta por sus piedras blancas de revestimiento, antes de que fueran retiradas por los árabes para construir sus mezquitas en El Cairo, hace algunos siglos. 

La Pirámide de Kefrén fue situada justo en el lugar adecuado de la Meseta para arrojar esta sombra sobre la cara sur de la Gran Pirámide durante el solsticio de invierno.
 La sombra comienza en la esquina Suroeste de la cara sur de la Gran Pirámide, así que su propósito sin duda era truncar esta cara, alterando el triángulo.
 La pendiente de la sombra en su culminación en el solsticio es de 26º, que es la misma pendiente que tienen los pasajes descendiente y ascendente del interior de la pirámide. Por lo tanto, sirve como indicador externo de los que permanece oculto en su interior. No obstante, en este punto surge un enigma inquietante. La sombra triangular que se proyecta sobra la cara sur de la Gran Pirámide una vez al año tiene una significación muy especial.

 Pero para poder apreciar esto, se ha de conocer un fenómeno que sólo puede verse desde el aire: la bisección vertical de la cara y el “rehundimiento” de la superficie, que fueron descubiertos por un piloto británico que volaba sobre la Meseta de Gizeh hace varias décadas.

 ¿Cómo pudieron conseguir sus constructores crear semejante efecto? 

La sombra del solsticio de invierno, si se considera como un triángulo que llega hasta la mitad de esta cara en línea vertical (que no puede apreciarse a simple vista desde el nivel del suelo) y que se eleva desde la base hasta la cúspide de la pirámide, forma un triángulo rectángulo conocido como TRIANGULO DE ORO.

 Pero este mismo triángulo aparece dentro de la pirámide, en muchas ocasiones, aunque ésta es su única aparición conocida en el exterior de la misma. Hugo Verheyen y A.H. Naber, descubrieron la existencia de triángulos de oro dentro de la Cámara del Rey y de la Gran Galería de la Gran Pirámide. Pero antes de explicar esto nos interesa otra cuestión ¿qué es un triángulo de oro? El triángulo de oro es un triángulo rectángulo cuyo ángulo más pequeño es 26º 33’ 54”. Su altura es 1, su base es 2, y su hipotenusa es la raíz cuadrada de 5. Si restamos el valor de la altura (1) del valor de la hipotenusa, nos queda un segmento, que es la Sección Áurea de la base. 

Este triángulo, por lo tanto, genera automáticamente su propia Sección Áurea mediante la relación proporcional de sus tres lados, y es el único triángulo que presenta esta propiedad. Y éste es el triángulo que se proyecta sobre la cara sur de la Gran Pirámide en el solsticio de invierno… desde el aire.

 Los ejemplos más simples de la aparición del triángulo de oro dentro de la Gran Pirámide se encuentran en la Cámara del Rey.

 Todo lo que hay que hacer es dibujar una diagonal que cruce la cámara desde una esquina hasta otra, y ya tenemos dividida la cámara en dos triángulos de oro. La cámara fue construida con las dimensiones exactas para que se pudiera verificar este hecho. Obviamente, también se puede llevar a cabo este proceso en el suelo o en el techo, y ya que se pueden trazar las diagonales de dos formas, se pueden obtener así hasta cuatro triángulos de oro. 

Sin embargo, esto no es todo. Las dimensiones de la cámara permiten incluso inscribir más triángulos de oro en su interior. Se puede dibujar una diagonal en el aire, desde el suelo hasta el techo, con la base a lo largo del suelo, y el triángulo invisible cuyo contorno se dibuja en el aire también es un triángulo de oro. Y así podemos llegar a dibujar hasta cuatro de ellos. 

Por lo tanto, esto significa que como mínimo hay ocho figuras como ésta en la cámara del Rey. Pero aún hay más. Ya que la pendiente ascendente es del ángulo correcto, la distancia desde donde los pasajes ascendente y descendente se encuentran hasta el extremo de la Gran Galería, forma la hipotenusa de otro triángulo de oro (y además, una línea vertical que desciende desde la parte superior parece indicar también la pared oriental de la cámara subterránea).

 De esta forma, el triángulo del pasaje ascendente arroja la longitud de la Gran Pirámide como la sección Áurea de la base; esto explica la longitud de la Gran Galería, que se realizó de acuerdo con el segmento de oro. 

De esta forma, la Gran Pirámide está repleta de triángulos de oro en su interior. Y la sombra del solsticio de invierno que aparece anualmente en su parte exterior asume la forma de uno de estas asombrosas figuras.

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