sábado, 7 de febrero de 2015

La sombra...


Hace mucho, mucho tiempo, antes de que los hombres 
y sus ciudades llenaran la tierra, antes incluso 
de que muchas cosas tuvieran un nombre, 
existía un lugar misterioso custodiado por el hada del lago. 

Justa y generosa, todos sus vasallos siempre estaban dispuestos a servirle. 

Y cuando unos malvados seres amenazaron el lago y sus bosques, muchos se unieron al hada cuando les pidió que la acompañaran en un peligroso viaje a través de ríos, pantanos y desiertos en busca de la Piedra de Cristal, la única salvación posible para todos.

El hada advirtió de los peligros y dificultades, de lo difícil que sería aguantar todo el viaje, pero ninguno se asustó. 

Todos prometieron acompañarla hasta donde hiciera falta, y aquel mismo día, el hada y sus 50 más leales vasallos comenzaron el viaje.

El camino fue aún más terrible y duro que lo había anunciado el hada. 

Se enfrentaron a bestias terribles, caminaron día y noche y vagaron perdidos por el desierto sufriendo el hambre y la sed. 

Ante tantas adversidades muchos se desanimaron y terminaron por abandonar el viaje a medio camino, hasta que sólo quedó uno, llamado Sombra. 

No era el más valiente, ni el mejor luchador, ni siquiera el más listo o divertido, pero continuó junto al hada hasta el final. 

Cuando ésta le preguntaba que por qué no abandonaba como los demás, Sombra respondía siempre lo mismo

 "Les dije que los acompañaría a pesar de las dificultades, y éso es lo que hago. 
No voy a dar media vuelta sólo porque haya sido verdad que iba a ser duro".

Gracias a su leal Sombra pudo el hada por fin encontrar la Piedra de Cristal, pero el monstruoso Guardián de la piedra no estaba dispuesto a entregársela. 

Entonces Sombra, en un último gesto de lealtad, se ofreció a cambio de la piedra quedándose al servicio del Guardián por el resto de sus días...

La poderosa magia de la Piedra de Cristal permitió al hada regresar al lago y expulsar a los seres malvados, pero cada noche lloraba la ausencia de su fiel Sombra, pues de aquel firme y generoso compromiso surgió un amor más fuerte que ningún otro. 

Y en su recuerdo, queriendo mostrar a todos el valor de la lealtad y el compromiso, regaló a cada ser de la tierra su propia sombra durante el día; pero al llegar la noche, todas las sombras acuden el lago, donde consuelan y acompañan a su triste hada.