domingo, 5 de abril de 2015

Destino... Ada Inés Lerner


Sucede. Porque una niña es como un árbol, como un poema. 
Frágil y eterno. Luminoso y umbrío. Forastero. Como María. 
Es el momento de abandonar las raíces y navegar hacia el sol.
Somos varios, porque la gloria nos espera en una estrella desconocida para otros.
No a todos. Porque no a todos los grillos se los oye en el silencio.
A veces sólo se oye crecer el silencio de los grillos.
Desde el conocimiento íntimo que cree tener de si misma María se sorprende esa mañana con la expresión que le devuelve su imagen en el espejo.
 También se sorprenden los primeros brotes al reflejarse en el charco de la última lluvia.
María enciende las la pantalla y admira las luces del espacio
 y fija la atención en las más lejanas. 
No puede advertir peligro en ellas. 
Y aquí se terminan las coincidencias, porque el árbol conoce su destino.