miércoles, 8 de abril de 2015

¿QUÉ NOS PASARÍA SI LA ROTACIÓN DE LA TIERRA SE DETUVIERA EN SECO?

Una pregunta que recibo muy a menudo es “¿Qué pasaría si la Tierra dejara de girar?“. 
¿Qué pasaría si la Tierra dejara de rotar?“, aunque también podrían querer decir “
¿Qué pasaría si la Tierra se parara en seco en su órbita alrededor del sol?“.
 Hoy hablaré de detener de golpe la rotación de la Tierra y tal vez más adelante aborde el escenario de un parón en seco en medio del espacio.
Así que empecemos.
Tanto si la Tierra deja de dar vueltas sobre su eje como si se para en seco en su camino alrededor del sol, el culpable de los cataclismos que se desatarán por toda la superficie terrestre será el mismo: la inercia, que es la tendencia que tienen las cosas que están en movimiento a seguir moviéndose a menos que una fuerza actúe sobre ellas.
Esta es la misma fuerza que resulta mortífera en los accidentes de tráfico. 
Un vehículo se detiene en seco cuando impacta contra algo, pero sus ocupantes no notan el frenazo al instante y siguen moviéndose respecto al suelo a la misma velocidad que llevaba el coche.

Por eso es tan importante llevar cinturones de seguridad: no sólo impiden que nos demos golpes contra lo que tenemos delante, sino que además ofrecen un poco de resistencia para que nuestro cuerpo tenga más espacio para frenar y así reducir la fuerza G a la que nos vemos sometidos.
En el escenario de hoy, vivir sobre la superficie terrestre equivaldrá a viajar sobre un gigantesco coche esférico con asientos repartidos por toda su superficie que se mueve a toda leche alrededor de sí mismo (idea para un anuncio de coches).Teniendo esto en cuenta… 
¿Qué nos pasaría si la Tierra dejara de rotar?
El suelo bajo nuestros pies se mueve alrededor del eje de la Tierra a una velocidad distinta según el punto de la superficie que nos encontremos.
 En el ecuador, por ejemplo, el perímetro de la Tierra es de unos 40.000 kilómetros.
 Como el planeta completa una vuelta alrededor de su eje cada 24 horas, un punto cualquiera sobre la superficie ecuatorial se mueve a unos 1.667 km/h.
Esta velocidad se reduce a medida que nos alejamos del ecuador porque cada punto de la superficie traza un círculo cada vez más pequeño alrededor del eje de la Tierra cuanto más cerca de los polos se encuentra.
 En los polos geográficos, por el contrario, no nos moveríamos en absoluto porque lo único que haríamos en estos lugares es dar vueltas sobre nosotros mismos como pasmarotes una vez al día.
Si el planeta dejara de rotar súbitamente, experimentaríamos algo similar a lo que ocurre durante un accidente de tráfico: la superficie se pararía en seco, pero nosotros seguiríamos moviéndonos a la misma velocidad que el suelo.
Aunque, por supuesto, este caso sería millones de veces peor que un accidente de tráfico porque los seres humanos no somos los únicos pasajeros de este vehículo: también nos acompañan en nuestro viaje el resto de seres vivos, la atmósfera, los océanos, los edificios y las montañas.
Así que, venga, supongamos que paramos la rotación de la Tierra en seco.
La gente, los animales, las piedras, los vehículos y todo aquello que no esté anclado firmemente al suelo saldrá despedido en una trayectoria tangencial a la curvatura del planeta y todo se verá propulsado en un instante hasta la velocidad a la que se mueve el suelo que tiene bajo sus pies.
El ecuador terrestre se llevaría la peor parte porque, desplazándose a 1.667 km/h 
(463 metros por segundo) es la franja de la superficie que se mueve a mayor velocidad.
Si tenemos en cuenta que la velocidad del sonido es de 1.234 km/h (343 m/s) 
 Bueno, malas noticias para cualquiera que viva en la zona pintada de rojo entre las dos líneas discontinuas.
Todo lo que no esté agarrado firmemente al suelo en esa franja roja saldrá despedido horizontalmente a velocidades mayores a las del sonido
Las estructuras de las cosas que sí lo estén, como los edificios o las montañas, sufrirán esfuerzos tan intensos que se romperán en pedazos y sus escombros también terminarán surcando los cielos a velocidades tremendas, destruyendo todo lo que encuentren a su paso.
PERO HAY BUENAS NOTICIAS.
Para escapar del campo gravitatorio terrestre, cualquier objeto necesita viajar a una velocidad de 40.000 km/h (11 km/s).
 Por suerte, ni siquiera la velocidad máxima en el ecuador, de 463 metros por segundo, puede propulsar a la gente a una velocidad que se acerque a esa cifra.
 Por tanto, aunque con toda seguridad la aceleración instantánea y el impacto contra el aire a velocidades supersónicas nos mataría, al menos nuestros cuerpos no serían catapultados hacia el espacio.
Por muy terrible que nos pueda parecer salir disparado horizontalmente a la velocidad del sonido entre una tormenta de escombros, este escenario nos depara cosas mucho.
La atmósfera también da vueltas alrededor de la Tierra a la misma velocidad que la superficie o, al menos, así lo hacen las capas más cercanas al suelo. 
O sea, que si la rotación del planeta se detuviera de golpe, la atmósfera seguiría moviéndose a la velocidad que le corresponda por su localización geográfica.
En otras palabras: vientos supersónicos arrasando la superficie de África, América del sur y central y Australia, así como Medio Oriente, el sureste Asiático y el sur de Europa.
En gran parte de Europa, Rusia, el norte de EEUU y Canadá las ráfagas de viento no superarían la velocidad del sonido, pero en muchos de estos lugares seguirían soplando con velocidades varias veces superiores que huracanes de categoría 5, que desarrollan vientos de más de 252 km/h (o 70 m/s).
Estos vientos arrancarían del suelo cualquier cosa que no hubiera salido despedida durante el parón del planeta. 
Las ráfagas de aire someterían al paisaje a un nivel de erosión sin precedentes: despojarían los bosques (cuyos árboles probablemente estarían volando por los aires) de la capa de tierra que los sostiene, levantarían la arena de los desiertos provocando tormentas con un potencial abrasivo tremendo y podrían desfigurar fácilmente accidentes geográficos como los acantilados.
Pero aún hay más.
Como explica Randall Munroe, de XKCD, el viento supersónico atomizaría la superficie del océano. Durante un rato, el mar dejaría de tener una superficie definida para estar cubierto por una especie de neblina turbulenta.
Y, hablando de agua.
Los océanos también se mueven a la misma velocidad que la superficie terrestre así que, si el planeta deja de rotar, el agua seguirá moviéndose.
El mar penetrará tierra adentro a la misma velocidad que el punto de la superficie sobre el que se encuentra. ¿Saben qué es peor que las ráfagas de viento supersónicas por todo el mundo? Tsunamis supersónicos por todo el mundo.
El océano se abalanzaría sobre todas las costas que estén rodeadas de mar por el oeste, arrasando todo lo que encontraran a su paso.
 En las costas que se encuentren al este, el agua se retiraría destruyendo kilómetros de suelo marino.
Si a estas alturas quedaba algo en pie en alguna zona costera, el mar se encargaría de borrarlo del mapa por completo. Pero el parón de la rotación tendría otro efecto curioso sobre los océanos.
Sin la fuerza centrífuga que ayuda a mantener el agua alrededor de los trópicos, el agua de los océanos migraría hacia los polos
En este informe de Witold Fraczek, del Environmental Systems Research Institute, ha calculado que el mapa del mundo quedaría remodelado de esta manera:
(Fuente)
Pero hay algo aún más curioso.
Hay grupos religiosos, como los Creacionistas, que sostienen que las historias contadas en la Biblia son totalmente verídicas.
 Cuando se les señala algún pasaje que no tiene ningún sentido, se defienden diciendo que hay cosas que están abiertas a interpretación y le intentan dar la vuelta a la tortilla.
Pero hay una anécdota en concreto que habla de cómo, en medio de una batalla, Josué pidió a Dios que detuviera el sol en el cielo para que su ejército pudiera destruir a sus enemigos. Y Dios le hizo caso.
El sol sólo podría quedarse quieto en el cielo si la rotación de la Tierra se detuviera por completo así que… 
Bueno, después de leer esta entrada pueden sacar vuestras propias conclusiones.