lunes, 3 de agosto de 2015

CAUSA Y EFECTO ... Iconos Medievales.


Detalle de las pinturas de la iglesia de los Santos Justo y Pastor, en Segovia.
 El beso de Judas. Iconos Medievales

Todos nuestros gestos tienen efecto en el mundo.
 Si al leer estas líneas esgrime una sonrisa suave en vez de una mueca amarga, ese momento virtual y compartido se convertirá en un puente instantáneo entre usted y yo.
 El efecto de su sonrisa será la mía. 

Notre Dame. Adán, Eva y Lilith. 
Si decide no consentir ni un minuto más alguna de las injusticias que probablemente pululan en su entorno,
 el mundo –el suyo al menos y de rebote el mío- será un poco más equilibrado y ecuánime. 
Sus ademanes, los movimientos, las acciones también influyen en este planeta plagado de desconocidos que no le agradecerán un buen gesto. 
Pero, a pesar del silencio, su gesto seguirá siendo importante.

Puede decidir amar, aparcar la indiferencia y aportar un poco de alegría solidaria como antídoto al desánimo. Puede desterrar la teoría homocéntrica que defiende que el núcleo universal es el ombligo de uno mismo.

Hacer y su contrario -que no es obligatoriamente deshacer- tienen efecto en el mundo. 

Cada decisión lleva puesta su trascendencia y ningún gesto es inocuo, ni siquiera la falsaria imparcialidad, que suele camuflar con tinte de equidistancia lo que en realidad es indiferencia hacia un lado y egoísmo para el otro. 

No recuerdo ningún ejemplo -no digo que no exista, sólo digo que no recuerdo ningún ejemplo- en el que la egolatría haya mejorado la tierra. 

Quizá este sea el momento de valorar la importancia de los gestos y de las actitudes de cada uno, el momento de implicarse en lo que sucede y en lo que queremos que suceda.

 Quizá sea momento de abandonar la neutralidad, la aceptación sin más, la resignación, la melancolía. 

Hubo mujeres que con el empuje de un gesto derribaron muros aparentemente infranqueables. No es una tarea sencilla pero tampoco resulta imposible.

 De la narración bíblica, por ejemplo, rescato a Lilith, la primera mujer del Génesis que fue creada a la vez que Adán, su esposo, pero no de su costilla.

 Por negarse a ser la servidora del hombre, Lilith se sublevó y fue expulsada del Paraíso, a la vez que convertida en un personaje malvado y sin escrúpulos.

 Fue en su gesto quien primero defendió la igualdad entre las personas, un capítulo que aún tenemos pendiente.  

También Hipatia peleó por cambiar las cosas. 
Su empeño en inventar instrumentos científicos y en difundir las matemáticas le costó la vida en una Alejandría dirigida por envidiosos y mediocres que se abrumaron por su sabiduría: un alto cargo la mandó asesinar y ser quemada después con todos sus libros. 
 
Leonor de Aquitania

Menos intelectual pero incluso más fabuloso fue el novelesco secuestro de Helena, la esposa del rey Menelao, por el fogoso Paris. 

El efecto de aquel arrebato pasional fue, a grandes y literarios rasgos, que se armó la de Troya, aunque realmente se montó el lío por dinero, que es mucho menos novelesco . 

O Leonor de Aquitania que, en un gesto transgresor y fundamental para la historia,  se divorció del rey de Francia para casarse con el de Inglaterra. 

La trovadora Beatriz de Día quiso cantar con todo el fuego que su cuerpo reclamaba y no con la actitud  pasiva y cortejada que aconsejaba el amor cortés:

Bello amigo, amable y bueno
¿Cuándo os tendré en mi poder?
¡Ojalá pudiera yacer con vos una tarde
Y daros un beso amoroso!



Manuscrito de la Crónica del Mundo Sajón (siglo XIII) 











Y hubo decisiones que provocaron finales dramáticos, como el de Federico Barbarroja, que murió ahogado un 10 de junio de 1190 en el Selef (ahora Göksu) por medir sus fuerzas con las de las aguas del río turco. 

Un clérigo anónimo narró la muerte del emperador  y sus consecuencias en las tropas, en la guerra y en la fe: 

El emperador, insensible a los peligros y deseando refrescarse y evitar unas elevadas cumbres montañosas, decidió salvar a nado las profundas aguas del río Selef.

 Aunque le aconsejaron no hacerlo, aquel hombre, tan sabio para otras cosas, quiso probar intensamente sus fuerzas contra la corriente y al poco de meterse en sus aguas fue engullido por un remolino. 

Todos los nobles allí presentes intentaron acudir en su socorro, pero llegaron demasiado tarde y tan sólo pudieron llevar su cuerpo hasta la orilla. 
Todos estaban tan desanimados y desconcertados ante semejante tragedia que algunos, perdida toda esperanza, murieron junto a su señor. 

Otros se desesperaron, como si de repente creyeran que Dios se había desentendido de ellos, y renunciaron a la fe cristiana, uniéndose a los paganos”

¿Qué hubiera sucedido si estos personajes reales o ficticios no hubieran actuado así? 
Es inútil tratar de averiguarlo pero parece evidente que el resultado hubiera sido otro, ni mejor ni peor. Sería distinto.