jueves, 3 de septiembre de 2015

2 DE SEPTIEMBRE DE 1859, SUCEDE EL EVENTO CARRINGTON


Entre el 1 y 2 de septiembre de 1859, mil millones de toneladas de masa coronal (CME) se estrellaron contra el campo magnético de la Tierra. 
Los campistas en las Montañas Rocosas se despertaron en medio de la noche, pensando que el resplandor que vieron fue la salida del sol. 
No, fueron las auroras boreales que estallaban en el cielo.
 La Tierra fue salpicada por partículas tan enérgicas, que alteraron la química de los hielos polares.

¿Difícil de creer? Es realmente sucedió - hace exactamente 156 años.
 Este mapa muestra donde las auroras fueron avistados en las primeras horas del 02 de septiembre 1859:

La tormenta solar de 1859 fue la más potente registrada en la historia.
 La acción del viento solar sobre la Tierra ese año fue, con diferencia, la más intensa de la que se tiene constancia. 
El día 28 de agosto aparecieron numerosas manchas solares, y el día 2 de septiembre el Sol emitió una inmensa llamarada,con una área de fulguración asociada que durante un minuto emitió el doble de energía de la que es habitual.

Sólo diecisiete horas y cuarenta minutos después, la eyección llegó a la Tierra con partículas de carga magnética muy intensa. Se observaron auroras en zonas de baja latitud, como Roma, Madrid, La Habana y las islas Hawai, entre otras. 
A esta fulguración se le llamó el evento Carrington debido a que este científico hacía unos bocetos de un grupo de manchas solares el jueves primero de septiembre debido a la dimensión de las regiones oscuras.

Cuando a las 11 horas y 18 minutos se dio cuenta de un intenso estallido de luz blanca que parecía salir del grupo de manchas. 

Diecisiete horas más tarde, un enjambre de auroras boreales convirtió la noche en día en toda Norte América hasta Panamá, se podía leer el periódico de noche a la luz de las auroras, o comer de madrugada con aquella luminosidad nocturna.

Había pocos aparatos eléctricos en 1859, pero dejaron de funcionar: el telégrafo entre Europa y América quedó inhabilitado. Kenneth G. McCracken, de la Universidad de Maryland, analizó muestras de hielo de la Antártida y Groenlandia y dio con aumentos de nitratos correlacionados a intensas ráfagas de viento solar, siendo que la anomalía de nitratos de 1859 es la más grande en 500 años.