martes, 13 de octubre de 2015

En llamas... Apenas penas.



Yo cerco la pupila de tus ojos
con el firme trajín de un dios ateo,
vertical de lujuria y de deseo,
te guardo bajo un nudo de cerrojos.
Nunca fuimos tan rojos
y fuera de tu amor en nada creo,
te ciño, te amurallo, te poseo,
te instruyo en el ardor de tus antojos.
Mujer en carne viva,
destello luminoso de la hoguera
que en llamas te convoca,
atadura de sed que te cautiva,
vencida y prisionera
en la cárcel perpetua de mi boca.

Del Libro Oceanario.