miércoles, 18 de noviembre de 2015

A destiempo...


Parecía una maldición, una pesadilla. 
Pero, por más que se esforzara, que se apurara, siempre llegaba tarde a todos lados. Perdía autobuses, aviones, barcos y trenes. 
No importaba que esperara con días de anticipación, era un problema constante, algo inesperado que distraía su atención o que lo ocupaba en otro asunto. Bastaba un segundo, y ya no había nada más que hacer.

Y así fue toda su vida, cosa que hizo complicadas muchas de sus etapas, la escuela, las citas con las novias, su matrimonio, su carrera, todo estaba marcado por un desfase imposible.

Lo único a lo que llegó a tiempo fue a su propia muerte, a la que arribó antes de perder la cordura. 

Y a pesar de todo, su cajón se presentó con dos días de retraso a su propio funeral.