martes, 12 de enero de 2016

Aquellas sensaciones... Nunca es Siempre.



Presiento tus aromas de mujer mía. 
Olor a sábanas revueltas con las prisas del amor prohibido. 
El naufragio en tu cuello con sabor a sudor de rosas. 
Probar tus cantos y rincones, bebiendo el refrescante sonido de tu voz cadenciosa. 
La voz que me toma de las manos hasta llevarme al lugar infinito de una locura negada.
 Sintiendo en cada milímetro la ocupación de tu ser en el mío.
 La oscuridad de mis ojos cerrados en el momento mismo de la muerte me hace buscar a tientas la respiración de tu boca, la naturaleza de tu espalda, 
el ritmo de tu vida, el quejido simultáneo.

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