sábado, 9 de enero de 2016

Un simple cuento ...


El día en que a Eleuterio Méndez le cayó un piano encima,
no le sirvió de nada el paraguas que llevaba abierto.

Hacía una semana que había osado, por fin, echar con cajas destempladas a aquella odiosa Mala Suerte que lo perseguía desde la cuna.

Y es que Eleuterio todavía vestía pañales y su vista aún no distinguía los colores, cuando la vio por primera vez, limándose las uñas, justo a la derecha de su confortable y pequeña cuna.

Arrugó su naricita intentando captar su olor, y no le llegó aroma alguno, lo cual le hizo sentirse extrañamente confundido y ciertamente temeroso de aquel ser que al escuchar sus berridos sólo se dignó a esbozar una sonrisa burlona.

Según Eleutrio fue creciendo la figura comenzó a dirigirle la palabra, pues se hallaba anhelante de mantener siquiera una conversación pueril con el infante.

Así que Eleutrio fue considerado niño precoz al ser capaz de hablar con un vocabulario cercano a las dos mil palabras a la tierna edad de 10 meses.

A pesar de que las primeras palabras que dirigió a la oronda señora Mala Suerte fueron:

"hija puta", ella se emocionó de tal manera que por un momento creyó que un par de lágrimas

se deslizarían por sus rubicundas mejillas como si de una humana se tratase.


A partir de aquel día, además de importunarle con su cháchara infatigable,

empezó a ejercer su trabajo.

No se piensen los que esto están leyendo que su labor como Mala Suerte iba dirigida hacia Eleuterio. No. Iba encaminada hacia cualquiera que rodease a Eleuterio, con lo que el entonces niño adquirió en un breve espacio de tiempo y sin esfuerzo alguno por su parte la molesta etiqueta de yeta.Como sus padres lo amaban, se resistieron durante años a adjetivar así a su único hijo, pero tras diversas fatalidades, no les quedó más remedio que aceptar lo evidente: era un yeta de tomo y lomo.

¿qué decidían ir a la playa? los diez días lloviendo.

¿qué se mudaban a una nueva casa?

a los dos días caía un rayo sobre el enorme árbol centenario junto a ella, y éste se derrumbaba sobre el tejado

. ¿qué venía la abuelita a cuidar del niño mientras los papás iban al teatro?

la abuelita caía por las escaleras rompiéndose una cadera y los papás tardaban más de la cuenta

en volver pues se les pinchaba una rueda en el camino de vuelta.

Por supuesto, la época estudiantil de Eleutrio no fue mucho mejor.

Maestros y alumnos se mantenían a una distancia prudencial con lo que el pobre muchacho

se vio pronto aislado, y aunque sus notas eran inmejorables,

su soledad era tal que no le quedó otro remedio que tener como permanente interlocutora

a la compañera Mala Suerte.


Intentó convencerla de que cesara en su trabajo,

pues tal hecho le perjudicaba enormemente en su relación con los demás.

Pero ella, egoísta hasta el hartazgo, y eficiente como ninguna,

se negaba de manera sistemática.Eleuterio siguió siendo un alumno sobresaliente y solitario.

Tras cursar la carrera de Derecho, preparó unas oposiciones a Notarías que aprobó sin problema siendo el primero de su promoción, no sólo por méritos propios, sino porque el último día de exámenes la promoción en pleno resultó afectada colitis tras una opípara cena el día anterior. Eleuterio no. La señora Mala Suerte se partía de la risa.

Eleutrio se enamoró perdidamente de su primera clienta, una joven ciertamente poco agraciada, pero que parecía inmune a la cruel compañera de Eleuterio.

Así que iniciaron un noviazgo tal vez aburrido, pero exento de problemática alguna.

La señora Mala Suerte rabiaba la muy pérfida, pero no conseguía encontrar el talón de Aquiles

de la mosquita muerta, como llamaba a la prometida de Eleuterio. Y éste, por primera vez en su vida, se las prometía felices.Un día, poco antes de la boda, fueron al cine. Como ya sólo quedaban unos meses para tal evento, Eleuterio había decidido meter mano a su casta novia.

Él al fin y al cabo era un hombre de principios, y caso de que ella se quedase embarazada tras ciertos tocamientos, le aseguró que ello no impediría el casamiento.

Podían haber aguantado, sí... Eleuterio llevaba casi 30 años siendo virgen, y total, ya se consideraba uncido por el sagrado yugo.Así que buscaron sitio como los indecentes, en una de las últimas filas, y en cuanto se apagaron las luces, su mano temblorosa se posó sobre la rodilla de su novia.

Ella pegó un suspiro, sobresaltada, instante en que él aprovechó para lanzarse sobre sus labios.

Ella, pudorosa, no osó abrirlos en ningún momento.

La mano de Agapito entonces, poseída por el instinto, se posó lasciva sobre uno de sus pechos.

El corazón de ambos se podía oír en el silencio de la sala. Ellos, al menos, lo oían.

Comenzó a desabrochar los botones de la blusa hasta conseguir introducir sus dedos entre el tejido que cubría aquellos senos tentadores, cuando...

¿qué era aquello? sacó una estampita plastificada de un santo conocido por ser abogado de los imposibles.

La novia, ruborizada, soltó una risita nerviosa, tras lo que Eleuterio volvió a la carga.

Mientras, alguien sentado dos filas de butacas delante, se frotaba las manos.

Al mes, la novia confesó Eleuterio que estaba embarazada. Eleuterio le aseguró que él seguiría con sus planes de casamiento, que no se preocupara.

Cuando se fue ella, acudió a una de las enciclopedias de su padre, pues quería enterarse de como sería el desarrollo de su futuro vástago en el vientre materno, cuando, entre otras explicaciones, encontró el método exacto de concebir uno. Parecía ser que no había otra forma, así que llamó a su padre para consultarle sus dudas.

¿Pero tú eres idiota?

fue lo primero que le contestó su progenitor.

Luego le explicó con todo lujo de detalles el proceso para llega a crear a un ser, sí, tienen razón,

con unos cuantos años de retraso. 
Eleutrio estaba anonadado.
 El sólo había tocado la rodilla, muslos y pechos de su amada. ¿Cómo es que entonces ella estaba embarazada? 
El padre le volvió a llamar idiota, y mientras le explicaba el significado de cornudo,
 Eleuterio observó a la Mala Suerte tumbada sobre el sofá de la sala, sumida en un estado de hilaridad absoluta.
 Entonces Eleuterio lo comprendió todo.Comprendió que la dichosa estampita era lo que hasta el día del cine había pro
tegido a su novia de caer en las garras de su malvada y perpetua Mala Suerte.
 Comprendió que ésta aprovechó tal instante para dejar caer su influjo sobre la mosquita muerta. Y también comprendió que su novia era una muy liviana novia. Tuvo una tremenda discusión con Mala Suerte, y finalmente le dijo que quería que abandonase su vida para siempre.
 Sabía que él tenía tal poder. Lo acababa de percibir, al ver la expresión desconsolada de ella.Y así fue como la Mala Suerte se instaló en la vida d
e otro.
 De alguien que un día de lluvia se cruzó en el camino de Eleuterio. 
Y reconociéndolo, ella, rencorosa, decidió que había llegado el momento de su venganza.
 El final ya lo saben: Eleuterio murió aplastado por un piano que se les escapó a unos operarios de mudanzas.

La gente arremolinada alrededor murmuraba:

pobrecito, ¡qué mala suerte!.

Nadie pudo ver a la Mala Suerte muerta a su lado.

Pues ambos ignoraban, que en el momento que él muriese, ella lo haría con él.

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