jueves, 16 de abril de 2009

Dharavi, el mayor tugurio del mundo.


Mi nombre es Krishna Pooraji y quiero que me acompañes en el viaje más sobrecogedor que recordarás haber hecho con la rueda de un ratón durante mucho tiempo. 

Vivo y trabajo en Dharavi, suburbio de Bombay, ciudad de parias y uno de los más degradados arrabales del planeta.
 
Casi 400.000 habitantes por kilómetro cuadrado te esperan, con una sonrisa, en sus humildes chabolas mientras sobreviven a su encastado destino. 

Son pobres e ‘intocables’, pero sin armas, sin violencia ni casi delincuencia. 

Bienvenido a la ciudad de la alegre miseria.



Dharavi se encuentra al norte de la zona centro de Bombay, en la India. 
Uno de las ciudades con mayores contrastes del planeta. 
Dos autopistas limitan su territorio y la segregan del núcleo rico de la capital. 
Un millón de almas comparten apenas 3 kilómetros cuadrados de terrenos inundables y más de 60.000 chamizos de menos de 10 metros cuadrados cada uno..

Quiero que conozcas nuestra forma de (sobre)vivir el día a día. 

Te voy a llevar por alguno de los rincones de mi barrio, a través de atajos y angostas callejuelas. Tendrás que venir andando pues las estrecheces impiden el paso de cualquier vehículo, incluidos los famosos rickshaws.


Avenida de la Industria. Dharavi. Fuente

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Lleva algo de agua mineral. 

No tenemos agua corriente en nuestras casas. 

Apenas dos horas al día las fuentes públicas nos devuelven el agua que alguna vez desterramos. Paradójicamente nuestra ciudad es atravesada por los dos mayores colectores que sirven de agua a la capital. 

Dos tuberías de 2 metros de diámetro que nos refrescan al contacto en verano y nos vaporizan de humedad en invierno. 

Tampoco bebas mucho. Sólo disponemos de 1 retrete por cada 2000 habitantes. Insuficiente para forasteros con escrúpulos. 

No te olvides tampoco del calzado cerrado. 

A ambos lados de las vías principales discurren, abiertos, los canales fecales que vacían nuestras letrinas.




Colectores de agua que atraviesan Dharavi. Fuente

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Saldremos del Hotel Kuthoop

en el centro de la calle de los alfareros. 

El más lujoso de nuestros hostales al servicio de foráneos e invitados.




Sobre somieres de cuerdas y arpillera, levantados lo suficiente para el paso de ratas y roedores, descansaremos hasta el alba, punto de partida de nuestra excursión.

Durmiendo en Dharavi. Fuente

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No te agobies por las miradas. 

Dharavi no es un barrio de paso y los forasteros causan sorpresa e impresión pero siempre desde la empatía.

 La mayoría de mis vecinos jamás han salido de aquí. 

Atrapados por casta y miseria su mundo comparte límites con la ciudad. 

Por eso tenemos que arreglarnos con nuestros medios y, a pesar de todo, disponemos de mercados, escuelas clandestinas, hostales, 

templos religiosos y hasta improvisados hospitales.

Dharavi. 

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No lleves dinero. 

No te hará falta. 

Aquí nos manejamos con pequeños y coloridos trozos de plástico que nos sirven como moneda y trueque. 

La mayoría de nosotros los reciclamos de la basura para revenderlos a la industria juguetera de la capital. 

Por eso es muy común el intercambio de artículos de primera necesidad por ésta, nuestra moneda.


Plásticos de colores reciclados. Moneda interina de Dharavi

La tierra y las circunstancias son, como ves, nuestros principales recursos. 
Con el barro arcilloso de las calles elaboramos nuestra artesanía alfarera.
 Y con los jabones recolectados de hoteles y residencias fundimos y rehacemos nuestra llamativa y aromática versión que revendemos en el mercadillo. 




Bienvenido a Dharavi

Fuente:ngm.nationalgeographic.com

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