Viajando por el noreste de Siberia se encuentra la carretera M56 de Kolyma, construída durante el mandato de Iósif Stalin para conectar, a lo largo de sus más de 2.000 Km., las ciudades de Magadan y Yakutsk,
y unir, en un tortuoso recorrido, los cientos de minas de oro que poblaban el área.
Los gulag levantados en los alrededores -más de 300- proveían la mano de obra necesaria tanto para llevar a cabo el proyecto como para la extracción del mineral, simples indeseables, según las autoridades, que debían purgar sus penas por el simple hecho de pensar de diferente forma o por profesar un credo.
Un chiste contra el gobierno era motivo suficiente para verse sumido en el infierno, soldados capturados por el ejército nazi durante la II Guerra Mundial que,
al regresar a sus casas, eran acusados de colaboracionistas... Nadie estaba a salvo.
Miles y miles de ciudadanos soviéticos condenados a duras jornadas de doce horas de trabajos forzados dieron forma a la ruta. Muchos murieron durante los fríos inviernos siberianos,
durante los traslados o a manos de sus guardianes por no rendir lo suficiente.
Los que perdían la vida eran arrojados a la cuneta.
A una temperatura ambiente de -38º C, sus cuerpos eran abandonados
"como troncos caídos".
Con un número calculado -aunque quizás sea una cifra abultada-
de dos millones de personas muertas durante su construcción, l
a carretera de los huesos hace honor a su sobrenombre.
La propaganda soviética, mientras tanto, se preocupaba
en dar otra cara ante el resto del mundo.
El año 1924 se publicó en occidente un libro de cartas escritas por presos que provocó un intento de boicot de la madera rusa en todo el mundo.
Dos observadores de la Federación de la Madera británica fueron enviados para comprobar la veracidad de lo narrado, pero tan sólo les fue mostrado
lo que al régimen le interesaba, todo era un remanso de paz en el
que reinaba la justicia y la equidad.
Hoy en día, la carretera se encuentra en lamentables condiciones,
en muchas partes no es accesible por vehículos convencionales,
y numerosos puentes muestran tal estado de ruina que hay carteles que indican
que es más seguro cruzar por el hielo que cubre el río que a través de ellos.
La horrible tragedia de los campos de prisioneros se resume en un párrafo
en un periódico impreso en Rusia el año 1930:
La misericordia y la compasión son los prejuicios capitalistas
y el eructo del humanismo abstracto.
Pero el odio es la forma de amor en la etapa de transición del capitalismo
al comunismo.
Como se dice en mi pueblo, "ahí queda eso."
(fuente: aquì estuve ayer)
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