domingo, 30 de octubre de 2011

La vida de un Columpio.


Hoy confirmo que me sorprenden los columpios con ese trabajo tan 

gratificante de divertir siempre. 


Con sus patas bien fijas en el suelo y unas cadenas que, en vez de atar, 

sirven para liberar su asiento oscilante. 


Los columpios se dejan acariciar por 

el sol, refrescar por la lluvia y  les basta con una  mano 

de pintura para 

sentirse renovados.


Para un columpio cada día siempre es nuevo y se renueva de un jolgorio 

infantil que nunca envejece, porque,

con el tiempo, los niños que juegan siempre son sustituidos por otros. 


Surcan el aire sin cansarse, jugueteando a su alrededor las ramas de los 

árboles y mariposas de colores, con lo que semejan celebrar una perpetua 

fiesta de cumpleaños.


 Sí, decididamente me agradan los columpios.


En fin, la vida…



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