jueves, 8 de diciembre de 2011

No darse cuenta...


Los lápices fueron comprados en la mejor papelería de la ciudad.

 Los más lindos, los más finos. 

Fueron escogidos con el placer, con la alegría
 y con la ilusión que brinda un destino.

Llegaron a sentarse en el escritorio que cada día inventa vida.

 Pero ellos, en vez de tener paciencia para ser elegidos,
 se pelean todos los días por ser uno el primero 
para escribir las cartas de amor. 

Una tonta riña para demostrar quien posee la mejor punta.

El problema que tienen, por discutir tanto, 
es que no se han dado cuenta que su guía –la mano- ha muerto.

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