Baudelaire y Rimbaud eran dos gatos
al filo de las noches parisinas,
confundiendo luceros con espinas
y espejismos de amor con arrebatos;
con sobrante de tinta en los zapatos
y aroma de glicinas,
rondaban el umbral de las vecinas
con ardides de versos literatos.
Baudelaire y Rimbaud, galiparlantes,
de escarpines y guantes,
en un ruedo de rimas insensatas,
bajo un cielo carmín de luna llena,
parientes de la pena,
con destino de amor, pero sin gatas.
Del libro De diluvios y andenes.