lunes, 25 de febrero de 2008

Tan sólo necesitaba aire.


¿Para qué proteger lo que no tiene sonido?, se preguntaban unas letras a otras cuando una mañana vieron a la H parapetada dentro de un paréntesis.
“Seguramente se protege de la C”, dijeron las vocales, “Nos consta que alguna vez han tenido choques”.
“Quizá no le guste que la utilicen”, replicaron las consonantes, “Las vocales siempre la estáis manipulando”.
“Yo creo que es para no hacer daño”, opinaba una E que estaba acostumbrada a las fórmulas químicas. “Según con quién se junte se vuelve explosiva”.
“Para mí que se está promocionando”, dijo la A con sorna, “Debe estar harta de no significar, ni oler ni saber a nada. Y mira que le he dado oportunidades”.
Todos especulaban sobre el extraño despertar de la H. Pero la H no decía nada.

Al día siguiente la (H) seguía dentro del paréntesis, pero esta vez no tocaba el suelo de la página. Flotaba como si estuviera dentro de una burbuja.
“Mírala qué lista!”, dijeron las oclusivas, “lo que quería era elevarse por encima de nosotras. Claro, ¡como no pesa nada!”
“Seguro que pretende llegar a la luna o algo. Ya verás como reviente!”, dijo la C, muy dominante, “Caerá y caerá hasta chafarse”.
Pero la H no decía nada.

Un día más tarde la (H) estaba tan arriba que a penas se la veía. Comenzaron a echarla de menos. “Con lo flexible que era!”, decían algunas. “El buen servicio que nos hacía. El pasado ya no será nunca lo mismo”.

Estaban todas las letras revueltas con la desaparición de la H cuando, de pronto, la vieron bajar con una “O” hermosa y perfecta del brazo y un 2 colgando entre ambos: H2O
“Aire”, dijo, “Tan sólo necesitaba aire”.

adolfocanals@educa.r

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