miércoles, 12 de marzo de 2008

Los fantasmas se mudaron.


Cada noche lo agarraban de las mechas y le destapaban los pies violentamente.

Pero, él era valiente y no pensaba abandonar su casa por algunas triquiñuelas de fantasmas.

Estaba decidido a resistir costara lo que le costara.

Así llegó una noche en que los mismos fantasmas se aburrieron y decidieron enfrentársele.

- Oye tú, le dijeron, cómo es que no nos temes, si somos horribles y espantosos

y más de un resfrío te hemos ya causado.

El se quedó mirándolos y se echó a reír a carcajadas.

- Lo que pasa, les respondió, es que ustedes en vez de darme miedo me dan pena.

Si yo me voy a quién asustarían?

Además, las mechas que ustedes agarran son de una peluca que hace tiempo me compré.

Y los pies que ustedes destapan no son más que dos piezas ortopédicas.

No hace falta decir que, después de esa noche, los fantasmas se mudaron.

Adolfocanals@educ.ar

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