miércoles, 5 de marzo de 2008

Un cuento de otro lugar.


El antéfono sonó a las tres de la mañana, tenía un llamado de emergencia; en el buralis, se había desconectado el proneptor antes de tiempo y todos los eupónidos que trabajaban en la producción de tretanio se estaban amotinando, en verdad estaba creciendo lapso a lapso la caetanga; ante este caos, mi supersio se paseaba de un lado para otro dentro de su orminafi sin saber que hacer.

Momentos después, habiendo estacionando mi cúnido, fue cuando noté que estaban llegando decenas de melacotes con sus feroces armínodos atados por un nac impidiendo con ello que sus aucanas pudieran destrozar a quien se les pusiera por delante; en verdad la situación era grave, los eupónidos al alterarse representaban un gran peligro para nuestra sociedad y habia que tomar medidas precautorias.

Mis oídos zumbaban al escuchar las potentes balangas que sonaban a todo facú, como advirtiendo el peligro que amenazaba la potencial sublevación de los eupónidos.

Pasaron muchos tiempos antes de que la tranquilidad volviera al laburalis, los eupónidos ya reducidos por la neutrita, comenzaban a desaparecer uno a uno y al parecer, ya no había necesidad de volver a recurrir a los melacotes y sus feroces armínodos; la calma gradualmente estaba llegando al lugar, todo aparentemente había concluído y yo sentado frente a mi cautelio comenzaba a escribir el informe que mi supersio me había solicitado sobre el problema.

Estaba en eso cuando de pronto se sintió una combisión que casi me aturdió con su estruendo, un eupónido había sobrevivido y su laña destrozaba todo lo que había a su paso, no hallábamos qué hacer, mi orminafi estaba en gnamas y me sentía aterrorizado, interiormente además, sabía que había llegado el lapso de dejar mi cuerpo para ingresar a la gran emanación; me sentí succionado como por una mano invisible que me tiraba con gran fuerza, se había generado la etapa final de mi existencia .

Ahora, desde el allá observo el final de mi mundo, ardiendo por todas partes, y sin embargo me siento liberado; los eupónidos son ahora los amos y están terminando con todo. Además se están reproduciendo rápidamente y ya gobiernan la manfera, es el comienzo de un final necesario.

Han pasado interminables tiempos y hoy estoy de vuelta, habitando el cuerpo de un eupónido, viviendo definitivamente en la manfera hasta el fin de los lapsos......

¡Gloria a la Gran Emanación que todo lo perpetúa!



(Traducción libre al castellano, con términos intraducibles de un mensaje en lenguaje aunopto hablado en la galaxia NGC3321, que fuera hallado dentro de un cilindro de un metal indefinido colocado en el interior de un meteorito en forma similar al que cayó en la Antártica recientemente)


Adolfocanals@educ.ar

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