lunes, 7 de abril de 2008

Bonita corbata.


-Buenos días.
-Buenos días.

Ambos se ruborizaron cuando sus miradas chocaron. ¿Pero por qué? Ni siquiera se conocían.

-¿A qué piso va? –Preguntó el señor con voz entrecortada.
-Al 7º -Respondió la chica firmemente.

Permanecieron callados, él mirando al suelo, la chica mirándole a él. El destino a veces nos juega malas pasadas. Y ahora les tocó a ellos. De repente el ascensor se paró y la luz se apagó. En cuestión de milésimas de segundos, se encendió la luz de emergencia. Él se puso nervioso y comenzó a darles a todos los botones en vano. También intentó llamar a gritos a alguien del exterior.
La chica no paraba de mirarle con una sonrisa pícara.
Empezó a imaginar cómo sería la vida de ese hombre: “Está casado, seguro. Lleva un anillo de compromiso. Se le ve cansado… Y se nota que está harto del trabajo. Me atrevería a decir que es un hombre frustrado, con una vida sentimental muy pobre ya que casi todo el tiempo que tiene lo dedica a un trabajo que no le proporciona ningún tipo de satisfacción. No cuida su aspecto. Le hace falta un buen corte de pelo y un estilista… La corbata que lleva no hace juego con el traje. ¿Nadie le ha explicado a este señor que la corbata tiene que tener al menos un color que sea igual al del saco o bien que lo tenga en la camisa? Pero aún así, tiene su atractivo y se ve claramente que fue un hombre elegante hace tiempo. Creo que necesita un poco de reír.
Mientras tanto, él pensaba en el tiempo que estaba perdiendo. “Dios mío, con la de cosas que tengo que hacer… ¡Y ahora me quedo encerrado en un ascensor y nadie me oye! Si es que cuando piensas que nada puede ir peor… ¡Siempre te equivocas! Y ésta chica, que no para de mirarme… Me está poniendo nervioso. ¿Qué pensará? Es linda… Y tiene un buen cuerpo… Pero es muy joven, ¿pero qué estoy pensando?... Seguro que tiene novio y él le estaba esperando en la planta 7ª… Ay, chiquita, pues le va a tocar esperar a tu amor. Te tendrás que conformar con un viejo amargado como yo.”
Ella intentó matar el tiempo. Se miraba al espejo y se retocaba el pelo. Se pintó los labios y hasta se desprendió un par de botones en la blusa. Era una chica con decisión, segura de sí misma y sin miedo a equivocarse. A diferencia de él, ella no se equivocó con su primera impresión de su compañero de ascensor. Él sí lo hizo. No había ningún novio. Ni esperando en la planta 7ª ni sin esperar. Iba a una entrevista de trabajo. Y tampoco era tan joven como él pensaba.
-¿Cómo te llamas?
-Carlos.
-Yo Sofía.

Tras la debida presentación, Sofía anduvo de forma elegante y con sonrisa provocativa hacia Carlos. Él sintió un cosquilleo por el estómago.

-Bonita corbata… –Se burló Sofía.

Y sin mediar ni una palabra, le dio un dulce beso en los labios.

Se abrió la puerta del ascensor y sin palabra alguna se dijeron…

Adolfocanals@educ.ar

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