Se conocen desde hace años, aunque se han visto y saludado casualmente. Hoy es uno de esos esporádicos días.
Ella permanecía sentada y él se acercó por detrás.“ ¿Me das fuego?”, dijo. “Por supuesto”, con afable sonrisa contestó ella a la vez que le ofrecía el cigarrillo encendido. En ese momento, él, alargada la mano, se quedó inmóvil. “¿Qué sucede?”, inquirió ella, en sumo extrañada. Y él, con cara de bobo, respondió: “Nada, son tus ojos...”.“¿Mis ojos?”, preguntó ella sin dar crédito a la escena. “Sí, son muy bonitos, nunca los había visto tan de cerca”...
Por la reacción sorpresiva de ambos, creo que en ese intervalo, a la par, envidiaron a los avestruces y hoy caminan de la mano.
adolfocanals@educ.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario