viernes, 9 de mayo de 2008

Que vuelva hoy.



Llegó de la calle más por costumbre que por ganas y se tiró en el sillón que mira el fondo, puso algo de música, se recostó por completo y dejó que el otoño del jardín se le metiera en el alma.

Enseguida comprendió que el otoño se resistía a entrar en ella porque quedaría atrapado bajo su piel, todas las hojas acumuladas una sobre otra iban a ir a parar a cualquier lado menos a su alma.

Su alma estaba toda instalada en el sillón de enfrente, tenía sus patitas apoyadas en el viejo arcón y la miraba desde esa parsimonia que suele tener cuando está harta.

Y allí estaba toda despoblada de misterios, de soluciones mágicas, con la varita mágica quebrada, sentada frente a é. Con los ojos profundos de alma vieja, la escrutó fríamente.

Siempre supo que tenía un alma rebelde sin causa, pero esta vez su alma tenía razones para querer escapar de él, entonces sabiendo que llevaba las de perder le dijo que negociaran, que llegaran a un acuerdo.

El alma planteó su disconformidad, habló de tratos abusivos, de horas extras, de premios y castigos -a él la palabra castigo le sonó extrema, pero no dijo nada-. El alma una vez que le largó toda la catarata de veneno acumulado, lo vio al pobre amilanado, toda acongojado hundido en el fondo del sillón y entró a tenerle un poco de pena a ese pobre cuerpo que la contenía, pero no eran horas de compasiones vanas, así que hasta no escuchar todo que si, no la iba a dejar en paz.

Fue una dura batalla, porque las dos se junan desde lejos y entonces se tironean, si chicanean, se adentran una en la otra y se desvisten entre las dos, se rasgan la piel a jirones, se arañan sin piedad alguna y terminan las dos enmarañados y agotados en esa danza ritual, acaban comprendiendo que sólo se tienen uno a la otro.

Que no hay más hueco para esta alma quieta y rota, que él y no hay mas espacios en este mundo, que este cuerpo frágil que tengo, para el alma rebelde que me toca.

Siempre me ha parecido mas fácil hablar de ella, cuando de mí se trata, como que me salgo de adentro de este cuerpo que me estorba al escribir, que tomo distancia y la veo mejor, me veo mejor. Soy más bueno cuando de quien hablo es de ella y no de mi, soy mas indulgente, mas comprensivo.

Y será que hoy estoy vulnerable que -al menos hoy- no voy a darme con un caño y le diré a mi alma que me vuelva al cuerpo, que no soy tan tirano, que ya siento un frío por aquí dentro que molesta, que le digo a todo que si, con tal de que vuelva.

adolfocanals@educ.ar

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