miércoles, 7 de mayo de 2008

Te lo presto para mañana.



El café estaba recién servido, la mañana invitaba a abrir las ventanas y dejar entrar el día.

Las tostadas saltaron como salté yo de la cama, una remera, un jeans y unas botas cómodas, las cuales me acompañaban desde hace varios almanaques, sin importale el pronóstico del tiempo.

La calle estaba desierta, el chico del diario se quedó esperando que yo le compre uno y esta vez lo dejé plantado, no quería saber nada del mundo, quería sentirme sin mundo bajo mis pies, esa tierra que me sostenía era de otro mundo, donde todo se podía poner patas para arriba y no importaba.

Donde la lluvia subía y las nubes eran almohadones.
Un lugar donde el mar no me mojaba en cada ola.
Donde las calles eran cintas remontando vuelos y las distancias se acortaban con las botas de las siete leguas y los abrazos de chocolate y crema no se derretían al sol.

Donde las casas estaban hechas de obleas pegadas con caramelo y los techos frutillas apiladas eran tan altos que lograbas perderlos de vista.
Un lugar donde las veredas te caminaban a vos y de dejaban en la piel senderos hechos con piedras y las escaleras que encontrabas en las esquinas y te llevaban de una sola vez a la estrella que vos quieras y allí te podías quedar el día entero.

Así salí a la calle esta mañana, con la cordura desatada, con las ganas de remate y el miedo amordazado.

Por suerte enfilé para otro lado, en la esquina que evité pasar estaban los demonios esperando, esta vez esperarán en vano… Un lugar inventado, mi mundo de nunca jamás, te lo presto para mañana.

Adolfocanals@educ.ar

No hay comentarios: