Llueve desde hace días.
El río se ensancha, cada vez más próximo a su casa.
Los vecinos, prudentes, ya abandonaron las suyas.
Hasta su mujer hizo lo mismo, yendo a la casa de sus padres.
Sólo él permaneció.
Se quedo allí, esperándolo.
Espero al río.
Ese río del cual se mantiene alejado desde hace años.
Desde aquel maldito día en que sus aguas llevaron lo más valioso que tenía.
No.
De aquí no salgo.
Que venga el río.
Quien sabe él me lleve junto a mi hijo.
Fueron sus últimas palabras..
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