El tiempo me resulta uno de los conceptos más desquiciantemente seductores pues participa de forma activa en aquello de estar en el lugar adecuado,
en el momento adecuado y por tanto es responsable de prácticamente todo
en la vida de cada cual aunque a nosotros nos siga dando por sustituir su poder por el de la suerte (buena o mala).
Por si esto no fuese suficientemente misterioso, está la lectura que la ciencia del siglo XX le ha dado al tiempo, comenzando con Herr Einstein quien eleva
el mismo a la categoría de dimensión, -eso si, intangible-; el espacio-tiempo
es al vacío lo que el largo a la mesa.
Es sencillamente junto al espacio, la cuarta dimensión, aunque a efectos prácticos sigamos sin tener ni idea lo que esto significa o las consecuencias
que puedan tener nuestras decisiones en la espacio-temporalidad.
Por otro lado, bajo el enfoque cuántico, el tiempo no existe, es una mera ilusión donde pasado, presente y futuro es un TODO, fundido en la no-localidad que nos une -mediante la Conciencia- a todo lo que hay y existe,
aquí o en cualquier dimensión.