sábado, 1 de septiembre de 2012

Seis y media de la tarde... (20469)


Es el vértigo quien deambula a las seis y pico de la tarde de
 un mes demasiado amarillo.
Es quien atraviesa pasos de peatones dibujados en zigzag, sudoroso y frío.
Siempre a la misma hora, emulando a un Saturno voraz, insaciable y goyesco.
Pareciera que las manecillas de todos los relojes del mundo se hubieran dejado caer de golpe por una ley de la gravedad caprichosa, hasta morir a las seis y media de la tarde.No antes.Tampoco después.
Sé que hay vida ahí afuera por el murmullo de las cigarras, 
por las bocas anchas que comieron fresas y estamparon su beso en la pared blanca; por la avenida y el callejón del agua, la casa achatada y con patio que lame el hambre.
Lo sé por el aleteo inesperado, 
por los lugares que no veré y la mirada perdida de Alicia en un país sin maravillas; por mi prisa para salir de este planeta 
y acariciar alguna estrella diferente y rara.
Todo esto y mucho más ocurre mientras abandono mis brazos a golpe de reloj, rindiéndome de nuevo al azar.
 Es la hora del vuelo y la vida me espera más allá de mi piel tostada,
 mucho más allá del techo que me cobija.
Tal vez sea el ansia quien espera sentada a solas en una sala de cine 
para empezar a rodar algo en blanco y negro 
que desconozco pero que intuyo me gustará.