domingo, 10 de febrero de 2013

el siguiente Estado Cuántico...


El día que cumplí los 114 me dijeron que no podía seguir viviendo.
 Que se me había acabado la cuerda, como decíamos antes.
 Yo los miré con sorna y no hice caso; a ver, mis padres habían superado
 holgadamente los 130.
 Pero al cabo de una semana, plas, mensaje código naranja que te tienes que ir 
y que te tienes que ir.
Como conocía a un objetor muy simpático le pedí que me contara 
sus métodos de supervivencia.
 Era un lince, llevaba décadas falsificando células y quitándose años.
 Me pasó unos cuantos inyectores ilegales, de los que se aplican por inducción directamente a vena y ni la Detectora Civil lo pilla. Funcionó bien. 
Fui trampeando siete años más, dando excelente en las pruebas aunque un poco colocada. Nada grave.
Sin embargo los avances acaban siempre con la iniciativa individual.
El cerco se fue estrechando. Me acorralaron en el consultorio de Eternidades Vigentes 
y me soltaron un fogonazo de bosones de Higgs que, claro, arraigaron sin problemas
 y me teletransportaron, como decíamos antes, a la energía que ahora soy.
En realidad, no es problema. Vengo a tu pantalla a decírtelo. 
 Te aseguro que es un estado francamente agradable, lleno de posibilidades, 
en el que incluso puedes insuflar algo a quien te lee desde el otro lado del cristal.