No consigo recordar qué es un “hada” pero sigo leyendo interesado.
Aparecen más vocablos que me suenan y no consigo identificar:
“ogro”, “duende”, “mago”… y mi imaginación vuela libre con esas palabras.
De repente ruidos de alarmas rodean la casa, alguien derriba la puerta y una luz cegadora me impide distinguir nada a mi alrededor.
Cuatro manos me aferran y, antes de que pueda hacer nada, me sacan en volandas a la calle.
En el exterior puedo ver una pila de fuego hecha con mis viejos libros de fantasía.
Al lado me espera una horca, los fanáticos religiosos cada vez tienen más poder.