sábado, 21 de septiembre de 2013

24hs. antes... (30628)


El día anterior al primer día, la oscuridad se dividió.
 Hubo un fragor incesante. Nacieron los destellos.
En la partición, el hielo y el fuego combatieron.
 Uno por recuperar la noche eterna. 
Otro a la búsqueda de lo diferente.
Ambos se desprenden de sí mismos. 
No serán lo que han sido. 
Y en esa cesión que lleva implícita toda lid la tensión no posee tiempo ni entiende de lugar.
Ni nada es medible mientras dure el enfrentamiento. 
Las fuerzas que echan el pulso pervivirán más allá del desenlace. 
Alcanzará a todo lo que resulte de su acontecer.
Mas lo que tenga lugar siempre será repetición.
 Calor y frialdad serán los ecos recíprocos de una batalla permanente.
 Luz y oscuridad apenas se manifestarán como reflejos del marasmo.
 La condición para que el azar se fragüe sin tiempo, 
sin necesidad, sin límite, sin paralización.