Ya han transcurrido tres décadas desde que científicos tan reputados como Francis Crick – que recibió el Premio Nobel de Medicina – y Leslie Orgel hicieran esta asombrosa declaración: hemos considerado la Panspermia dirigida,
la teoría de que los organismos fueron deliberadamente transmitidos a la Tierra por seres inteligentes de otro planeta.
Concluimos que es posible que la vida alcanzó a la Tierra de esta manera.
Estas semillas de vida estarían en nuestro material genético.
En este sentido, recientemente se ha descubierto que el denominado ADN no codificante – o basura – es mucho más importante de lo que se pensaba.
Esto ha provocado que algunos especulen sobre si esa gran cantidad de información incluye algún mensaje, dejado por la supuesta civilización extraterrestre que nos creó a todos.
Realmente esta teoría suena a ciencia ficción,
de hecho, ha inspirado diversas obras de ese género.
Es el caso de una película que ya mencioné en un anterior post. Prometheus.
Si vuelvo a hablar de ella es porque nos explica de forma entretenida lo que es la Panspermia dirigida.
No voy a desvelar el argumento – quizás alguno de mis lectores no la ha visto aún -, solamente decir que está ambientada en un futuro no muy lejano, en el cual unos arquéologos descubren un mismo mapa estelar en escrituras de varias culturas antiguas sin contacto entre ellas, interpretándolo como una invitación de los precursores de la humanidad o ingenieros a visitar un sistema planetario específico señalado en el mapa.
Lo cierto es que hasta el momento no hay pruebas ni evidencias de esta teoría.
Y aunque las encontrásemos seguiríamos teniendo muchas preguntas.
¿De qué zona remota del universo proceden esas semillas?
¿Por qué las lanzaron los extraterrestres?
¿Ellos también fueron creados a su vez por otra civilización?
